martes, 3 de abril de 2007

Instrucciones para despertar viendo al noroeste



Cuando la manifestación de la aguja imantada cubre el más dócil poro, puede fermentarse el deseo de despertar y hasta dormir dirigido a un punto cardinal.

Para llevar esta tarea a cabo basta con enfocar la atención antes de dormir en la aguja imantándose. Tal vez concebir una mano gigante que sacuda una y otra vez la aguja, en este caso, personificada por uno mismo.

Nada será más divertido que volverse contralmirante o teniente de su propia fragata por las noches. Dirigir un batallón. Escribir en la bitácora que no sabe si se sueña o no. Si es Trafalgar o el Peloponeso.

Algo así como un exilio de Tucídides...

La cama debe tener un espacio decoroso para nutrir el timón y mástil. De lo contrario el viaje será poco aleccionador. Es importante, por lo mismo, ponerse dignamente el uniforme de la embarcación cada noche y elocuentemente salir a altamar.

No se hablará aquí del periplo porque no atañe a estas instrucciones. Lo realmente importante (ajá) es saber llegar a buen puerto.

Resulta anecdótico que la velocidad de una embarcación se mida en nudos. Así, 100 nudos son 180 km por hora. Cuando uno avisa la peculiaridad de un nudo en una cuerda (o peor aún, en la garganta), es porque un obstáculo que imposibilita el libre flujo detiene o impide la circulación.

Entonces es un tema el advertir la velocidad como un impedimento. En la noche, cuando salgas a navegar, es preciso olvidar velocidad y nudos. Simplemente observar el espacio de la embarcación y su libre desempeño en altamar, faculta la posibilidad de observar su dirección.

Cuando se acerca al muelle, hay que ver al punto cardinal favorito, tal y como quieres tocar tierra, para evitar una discusión entre la tripulación.

Por último, al bajar de la nave, recuerda que el hecho de navegar cada noche permite elegir el noroeste o cualquier punto en el cuadro. Pero el hecho de tener buena mar, esa prerrogativa es única para aquel que llamamos terrestre.

Instrucciones para esperar a su novia mientras se arregla



Habría que investigar primariamente el hecho del desarreglo para evacuar cualquier idea poseída de fanatismo al color o al activismo esteticista. En cualquiera de los casos, al tratarse de una mujer, este punto da exactamente igual.

Como en varias instrucciones de este esfuerzo prodigiosamente inútil, lo primero es partir del concepto y acción de la paciencia.

Salude a su novia. Evidencie soltura y cadencia. Ni por asomo pregunte si falta algún pícaro porcentaje en su arreglo. Cuando sea conducido a la sala (de espera), como todo buen "paciente", siéntese generando armonía con el ecosistema: estará ahí un buen rato.

Puede usted jugar a encontrar divertidas y cubistas figuras en el techo de tirol, o mejor aún, ubicar en tres segundos las figuritas de la mesa para luego cerrar los ojos y recapitularlas de memoria.

Si esto no le parece lo suficientemente nerd, no se darán aquí más ideas en esa tesitura, por lo que se recomienda enfáticamente cambiar de blog.

Puede imaginar un momento antes o uno después en las fotos que tenga a su alcance o imaginar cómo se ponen los cumpleaños más feroces justo en el sillón que ahora ocupa su amistosa biomasa.

Mientras todo esto pasa, y si no ha salido el perrito o algún familiar a distraerlo de su actividad francamente contemplativa, podrá escuchar los pasos con tacón, el cerrar del clóset, el abrir de la llave del baño o el apagar de la tele.
Pareciera que ahí viene.
¿O se le habrá olvidado el lipstick con algún extraño pantone en la bolsa que no recuerda si está en la cocina, en el coche, o si de verdad existe dicha bolsa?

Instrucciones para ser ligero



Si por alguna insospechada razón uno se está atreviendo a tomar en serio este viaje como este blog, vale el periplo para abducirlo y entrenarlo en la no sofisticada idea de ser tan seria como esta broma.

Dicho entrenamiento inicia con reírse de uno al (y del) espejo. Ya se ha abordado el referente del espejo y su calidad histriónica. Sin embargo, el ejercicio es prudente al advertir que ni siquiera el autoregistro es relevante o serio.

El siguiente paso es observar el peor de los problemas como la mejor de las situaciones. Cuando las ubicas en el un layer contiguo y aplicas sabiamente transparencias, notarás que en el fondo, como en la superficie, son lo mismo. Sabrás entonces que los hechos son siempre vacíos, toman la forma y relevancia que tú quieras asignarles.

Otra estrategia es ver estos layers como no definitivos: como lo que son: transitorios. Cuando das cuenta que todo está en constante movimiento y dicha dinamia no sólo no ofende, sino que es una característica no tangencial del cuento, entonces lo último en lo que piensas es en quedarte estático ni esperar que lo que te rodea se quede estático.

Finalmente advierte que somos flujo de conciencia. Esta capacidad de simplemente advertir y darse cuenta insinúa la verdadera y exclusiva importancia en todo este show.

Si hay inconciencia, si no sabes por qué hiciste, dijiste o pensaste algo, pero lo hiciste, entonces ahí hay una bandera para investigar.

En cualquiera de los casos, tomarse en serio un evento parece ser lo más parecido a olvidar que esto es lo más parecido a un reality en el que uno es actor, productor, camarógrafo, guionista, continuista, titulador, público y censura.