viernes, 28 de noviembre de 2008

Instrucciones para darse la espalda




Sin que lo vayas a tomar literal, puede ser visto así. La realidad exige tal pulcritud en su azoro y consecuente autodisciplina ética, que sobrarán eventos -mentales y físicos- para suponer una fragmentación.

Desde la (aparente) pérdida de un celular hasta la de una pareja, el suceso puede generar todo tipo de reacciones, pero si algo es seguro, es que habrá impresiones mentales. Que motivarán tendencias, mismas que se convertirán en hábitos.

Por ello, lo primero tendrá que ser la comprensión cabal de uno de los errores dramáticos en la civilización, intervenir en la distorsión de la cognición que propele múltiples reacciones -igualmente distorsionantes-.

Este error de apreciación se da cuando por ignorancia generacional se atribuye identidad metafísicamente sustancial a objetos, personas y situaciones, cuando en realidad, somos nosotros quienes las proyectamos, estando éstas vacías de estas designaciones.

El siguiente paso sería aceptar el hecho de que derivado del hecho de imputar identidad sustancial en objetos, gente y situaciones, sobreviene la incorrecta percepción del yo con el mismo aderezo.

El problema se da cuando, derivado del apego enraizado en el aferramiento ignorante al Yo, se busca consciente o inconscientemente desear placer para el Yo, por ende experimentando aferramiento para todo aquello que da placer y aversión hacia aquello que da dolor.

Ni la persona ni cualquier otro fenómeno posee o ha poseído un Yo sustancial, inherente.

Así, se (mal)interpretará todo evento y se observará como uno cargado igualmente de propiedades sustanciales, situación que orillará a una percepción errónea de la realidad, o cuando menos completamente idealizada o fantástica.

Como podrás ir viendo, tu realidad no es precisamente libre. No necesitas estar en un Ministerio Público o separo para darte cuenta que tu aparente libertad se ve reducida a una serie de proyecciones entintadas de imprecisiones conceptuales ancestrales y con continuidad generacional.

Desde este punto de vista, darte la espalda puede ser una buena idea.

Esa medida consigna el trabajo diario de una de las raíces del problema, que es la búsqueda de la correcta percepción del Yo para poder percibir la realidad libre de condicionamientos neuróticos.

Si de aquí se originan ejércitos de problemas derivados del ego, la herramienta para calibrar esta comprensión cabría en la fuente de esta percepción: la mente.

Darte la espalda, de otro modo, es extinguir la idea del Yo egóico, liberarlo de superimposiciones artificiales que nos convierten en héroes o villanos. Todo el tiempo.

Detener la descripción del mundo, hacerse responsable de todo lo que entra y sale del pensamiento, habla y acción, son premisas que se ven como lejanas o accesorias por estar acostumbrados a ellas como forma de vida.

Y ese es el problema.

Ni siquiera concebir la idea de poder despegar el Yo de nuestra persona. Desde la visión autocentrada, no habrá mejor remedio que darse la espalda, aunque en realidad es bienvenir el mundo como es.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Instrucciones para celebrar y lamentar




Obama
Hace 150 años, Barack Obama hubiera sido esclavo. Hace 50 años ni derecho a votar hubiera tenido. Hoy la nota son los nombres que baraja para su gabinete.

La relevancia del triunfo se basa en la incongruente política racial que distinguió deshonrosamente a la Unión Americana.
Pudiera parecer que el hecho de celebrar que un hombre de color es un dejo racista en sí. Pero esta historia es relevante por la perseverancia, por la simpleza y sentido común para hacer política, y por la relevancia simbólica en el cambio de régimen.
Vale la pena observar de cerca las políticas de ajuste que Obama pueda ir adelantando. Especialmente por la complejísima situación que demandará aumento de impuestos o recorte al gasto.
En cualquiera de los casos, Obama batallará, como lo hará para revertir un complejo crisol de vicisitudes que deja Bush como quien entrega dinamita en lugar de la estafeta.

Mouriño
Es de llamar la atención el hecho de que lo primero que hiciera el Presidente al bajar del avión, fuera exigir una investigación del avionazo, y recalcarlo incluso el día de la toma de protesta de Gómez Mont. Si a este hecho se suma el complejo clima en materia de seguridad y narcotráfico, y que nada más viajaban en la aeronave el segundo hombre de la administración pública y un experto cazador de narcotraficantes, la suspicacia brota con soltura.

Historias de conspiración comienzan a fluir con todo tipo de confección histriónica en Internet, en el taxi (recordemos que los taxistas son los informantes y carriers por naturaleza), en la reunión social y hasta en el momento de los comerciales durante el noticiario. Que un comando subió a una de las azoteas para lanzar una ofensiva antiaérea, que un dispositivo explosivo fue instalado en el jet, que fue una maniobra infiltrada...

Algo dentro de la evidencia empírica que llama la atención es que el avión se desplomó con algo que parece, obró como fuerza de fricción enorme con respecto a al vector que supone la trayectoria con la velocidad del vehículo aéreo.

En cualquiera de los casos, es un hecho que la delincuencia organizada (¡organizadísima!) está enquistada en el país, y es un hecho que la muerte -trágica como inesperada- del titular de SEGOB (justo quien dio el ultimátum de 100 días para recuperar la tranquilidad frente a la delincuencia) requiere un esclarecimiento a fondo y convincente.
Lo merecemos. Lo necesitamos.

La duda sin metodología ni propuesta es estéril. Y es precisamente la duda la que figura como edecán para estos dos pasajes de un mismo martes.

Duda que genera incertidumbre y que puede bien alimentar neurosis apocalípticas o el incentivo a encontrar consecuencias de estas causas.

René Descartes introdujo el esquema del pensamiento racionalista con la línea "Porque dudo, pienso, luego existo".

¿Por qué no empotrar en el esquema diario de cognición la posibilidad de observar cualquier fenómeno mental como uno que al no tener identidad autónoma, es sujeto a una interpretación, misma que es subjetiva, y por ende falible?

De hacerlo, podría verse que el brutal accidente (o no), como los cambios previstos en todo tipo de políticas en EU, son consecuencias de causas cooperativas donde el fenómeno de participación y cognición es nuestro. Individual. Inaudito. Para permanecer indómitos ante la delincuencia. Para pensar que EU no es el mundo y que el mundo somos nosotros. Para pensar que las fronteras las marcamos, con resultados previsibles.

Ahí está la verdadera política interior.

martes, 4 de noviembre de 2008

Instrucciones para ver a la Face al Facebook



¿Qué encanto puede tener presumirle al mundo los últimos y raros grupos musicales que descubriste, los comentarios que espetas y te espetan amistades, conocidos y otros no tanto, o el simple hecho de sacar tus trapos digitales al sol?

Al parecer, mucho.
Cuando Licklider y Negroponte anunciaron que Internet sería un reflejo de la sociedad, jamás imaginamos con qué frialdad y brutalidad se presentaría semejante sentencia: Spam, Phishing, Cracking, Phracking y hasta secuestro de discos duros se cuentan como parte de una larga colección de trofeos en la vitrina de los logros sociales de la humanidad en su nuevo juguete.
Pero una noticia que llamó mi atención por lo imbécil y discutible, es la del Daily Mirror, donde una muchacha fue asesinada por su esposo por el tremendo hecho de haber cambiado su estatus de “casada” a “soltera” en dicho programa en línea:
http://www.dailymail.co.uk/news/article-1078514/Husband-hacked-wife-death-meat-cleaver-changed-Facebook-status-single.html.
La salud psicosocial depende de numerosos factores, pero el principal tiene que ver con una estabilidad y claridad para poder distinguir una amenaza de un espejismo. No estoy seguro en cual de estas dos categorías descansa en sí mismo Internet.
El término de reciente manufactura “Infoxicación” cobra relevancia no sólo en la cantidad infiltrable de datos, sino en el impacto que éstos generan.
Y es que el ser humano cree que el multitasking precede a la atención unipuntual, cuando el ejercicio tiene que ser al revés, para poder estructurar un proceso de acopio de datos - información – hechos – relevancia – juicio.
¿Para qué nadar en cifras, archivos, datos y bytes, cuando ni siquiera recordamos para qué abrimos la computadora?
Han sido varios los especialistas que han catalogado enfermedades, padecimientos y neurosis asociadas con el uso de Internet. Si a esto se suma la imposibilidad de abrir la puerta, cruzar la calle y conocer un nuevo vecino, el fenómeno cobra dimensiones mayores.
Facebook se fundó en 2004 y se autodenomina como un sitio de redes sociales en línea. Cuando sitios que tenían una mira muy semejante como Hi5 o MySpace eran los indiscutibles poseedores del pastel, Mark Zuckerberg vino a arrebatar la fiesta con un concepto web 2.0, donde los editores del sitio pierden el reflector y los verdaderos generadores de contenido son los mismos usuarios y consumidores del sitio. Negocio redondo.
Con una plataforma limpia, libre de pimp-my-profile, Facebook prometió la capacidad de reencontrarte con amistades vía las redes geográficas organizadas en el sitio de un modo sencillo y accesible.
El nombre “Facebook” hace una alegoría a los boletines que se entregan en algunas escuelas de Estados Unidos, para que los alumnos de nuevo ingreso se familiaricen con la gente, el campus y la institución.
Lo que empezó como un desarrollo interno para la Universidad de Harvard, actualmente tiene más de 110 millones de usuarios y ganancias estimadas para este año de 300 millones de dólares.
Los negocios de este talante en internet siguen un patrón exponencial en sus comportamientos. Tal vez también sea un reflejo del clima cultural de la sociedad, mismo que arroja perlas como la nota del Daily Mirror, o numerosas respuesta frente a lo atractivo que pueda sonar un sitio como Facebook en la red.
Por un lado, hay psicólogos industriales que advierten que la gran mayoría de las empresas monitorea toda actividad de los empleados para asegurar los filtros de información. De ahí que haya varios despidos después de subir algunas fotos de la última fiesta de Helloween. Mensajes de amenazas o controversias entre amistades por suposiciones o celos fundados en el mismo ciberespacio, hacen que se transporten al planeta Tierra y no sean precisamente benignos.
Las relaciones humanas no están puestas a discusión. La forma es lo que está mutando con una plataforma como la que una red social como ésta propone: inmediatez, frialdad y reducción franca de la distancia. Naturalmente no sustituye la relación en sí mismo –se funda sobre el precepto de un núcleo o vínculo- pero en más de una ocasión se llega a confundir con predecibles resultados.
Si el círculo se restringe a visitar sitios web y las pretensiones son etiquetadas en cada carácter que se sube a la red, no será extraño que en esa misma línea –y derivado de esa expectativa- la decepción venga en la misma dirección e incluso con mayor intensidad.
De ahí que sea recomendable usar el Facebook y cualquier utilería social como eso: una herramienta satelital, una novedad, y no un diario de cabecera. Vale señalar que en el caso Martí apuntan varias manos a que mucha de la información obtenida salió de sitios sociales en Internet.
Tampoco vale que se lea esto como un llamado a la histeria colectiva. Hasta para el uso de estas herramientas hay formas y capacidades. Neurosis y psicopatías.
Facebook es un puente y no un hogar. Es imposible pretender hacer ahí lo que no haces en tu cotidianía. Es digno de estudiar el hecho del asesinato por el cambio (¿intencionado?) en un perfil de Facebook.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Instrucciones para esperar en un consultorio




La experiencia histérica dicta que son dos situaciones plenamente diferentes. Esa, de angustiosamente estar descubriendo lo que es la recolección del cuerpo en mal estado (irónicamente le llamamos “paciente”), y por otro lado, la de volver la onicofagia como la mejor compañera, cuando se está en el papel de acompañante.

En cualquiera de los casos, el cronógrafo indicará que la espera será un balde tremendo. La verdad es una muy diferente, y depende precisamente qué tan pacientes son los impaciantes, y cómo se trascienden la relatividad de los minutos (no es lo mismo una hora para una víctima de un ataque al corazón, que para su familia en la sala de espera, que para el cirujano, que para el visitador de laboratorios con muestras en su portafolios).

La verdad es que eso de la espera, difícilmente se nos da. ¿A quién le gusta esperar… lo que sea? ¿Para lo que sea? La impaciencia puede ser vista como una característica de la reiteración de hábitos compulsivos tendientes a generar tensión, expectativa y sobre todo, poco recato.

Cuando haces fila en el centro comercial (naturalmente en domingo al mediodía) o te quedas repentinamente con la sensación de ser abandonado por la obligación de estar ahí sin hacer algo, la mente se encarga de convertir el momento tantas veces más llevadero o desastroso, según lo aguante tu sistema nervioso.

¿Para qué nos hacemos? Un consultorio médico difícilmente va a tener buena vibra. El ir y venir de personas con emociones aflictivas deja una estela que se apetece pesada y de anquilosada confección.

Las salas de espera, por lo mismo, usualmente tienen dejos de nerviosismo y decepción, tanto por enfermos, como por acompañantes e incluso hasta por médicos: es la expo angustia del año en curso.

Lo ideal entonces, puede ser notar el tono muscular y advertir si hay jugueteo o brincoteo de alguna de las extremidades. De ser así, es claro que la tensión se hace presente y podría ser canalizada –al menos comprendida-..

Aquí aprovechas el hecho de hacerte presente (conciencia, dicho de otro modo) y no se rendirá culto al simple consentimiento de experimentar tensión. El ejercicio de hacer que la mente se voltee a ver a sí misma para calibrar su tono y descubrir con ello todo tipo de juguetes en esa caja de Pandora, puede hacer de una espera una genuina experiencia de visualización interna.

Partirías, pues de hacer del objeto de atención tu respiración y viajar con ésta a las diferentes latitudes donde la alarma de la tensión esté activada. Entonces, opuedes observar cómo la respiración será el mejor transbordador para llevar del cuerpo al exterior dicha tensión –aparentemente inexistente-.

La voluntad de observar con absoluta presencia mental los eventos físicos, generarán -no sólo que circulen las manecillas- , sino que cultives el hábito de vivir en tiempo presente, algo que si te detienes a considerar, pocas veces sucede.

La generación de la paciencia debe partir de la invocación de la conciencia, uno de los valores más preciados y determinantes para el ser. Después de todo, basta ver una sola acción que se haya hecho de modo inconsciente, los resultados obtenidos… y el profundo arrepentimiento o sensación animadversa que puede acarrear con ella.