Antes que otra letra suceda, he de aceptar que me cae rebien la palabra cigarrillo. De inmediato me remite al gallardo Hombre del Eterno Cigarrillo (Alberto Vázquez). ¿Qué personalidad puede cargar un sujeto para que se distinga por un diminuto taco de tabaco?
La misma pregunta cabe cuando alguien cierra su compu, enruta su extensión, baja 10 pisos, y en el vestíbulo del edificio se para con ninguna otra reflexiva soledad que la de su sombra, y enciende el cigarro.
Para fumar se requiere estampa y gracia. No todo mundo sostiene la tensión del cigarrillo en sus falanges ni mucho menos (se) contamina con visión de largo plazo.
Y al respecto de cómo sacar el humo, la gente siempre agradece algún tipo de suerte acrobática como las divertidas donas a las cuales hay que inyectarles el hilo de humo en medio. Y en el entuerto del cómo, siempre irá el qué. Humo somos y el humo respiraremos.
Por lo menos que sea con gusto.
Lo interesante es ver cómo cambian las ópticas en torno a la visión del cigarro, sin necesidad de reparar en el sujeto observador y sus múltiples acechanzas del todo salpicadas de lo que sea que traiga a rastras.
En un momento, fumar era propio de hombres y las mujeres que perpetraban este atrevimiento eran vistas como rebeldes maliciosas. Hoy parece perder furor el restregar bocanadas por doquier en beneficio de la cultura green que pudo más al voltear a ver el estado del planeta.
Pero cuando uno está ahí, solito y fumándose camiones, peatones y caca de aves varias, nada parece restar importancia a la humadera.
La postal es polisémica: por un lado parece que estás viendo al Pensador de Rodin con tabaco en mano, a punto de resolver el problema del objetivo ulterior del humano como especie.
Por otro lado ves a alguien sabiendo perfecta y monocrómicamente (el humo -ni nada- tiene color) cómo emplear ingeniosamente siete minutos de ocio en abrazar y soltar humo.
Por lo menos de esta acción mecánica se desprende la evidencia de la estructura de un instante: humo. ¿Cómo tomas al humo? ¿Cómo lo retienes para ti y coleccionarlo?
Si en ese momento de ilustre onanismo al fumar, uno tuviera a bien importar la energía regada en sitios, personas y situaciones que no debería regarse, probablemente fumar sería lo más recomendado por todo tipo de especialistas.