jueves, 31 de mayo de 2007
Instrucciones para evitar sentirse mal cuando se está solo
Haciendo a un lado los motivos, vale la pena explorar si el hecho de estar solo genera por sí mismo un estado de ansiedad, de pánico o de tristeza porque no hay alguien más en la habitación, porque no hay con quien compartir el Dr. Pepper, o porque somos tan egoístas que ni siquiera soportamos la idea de no tener alguien a nuestra merced emocional para golpetearlo con nuestras displisencias.
Hay de soledades a soledades. Por inicio habrá que comprender que soledad no es solitud. Soledad es el estado en que se está solo acompañado de uno mismo. Solitud no. Llegada la solitud, la desesperación cunde por el descobijo nervioso que genera la incertidumbre o la desazón, la febril ansiedad o la preferencia de tener alguien -quien sea- cerca-. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Con qué consecuencias?
¿Cuándo es cuando se está más solo?
¿Cuándo uno puede decir que verdaderamente se quedó solo?
Curiosamente, al inicio y al final de la vida: un momento después del nacimiento y otro momento posterior a la muerte.
No sólo subsiste la idea de la permanencia de los elementos que rodean nuestra experiencia vital, sino que se ha vuelto una demanda cotidiana. Esto se vuelve paradigmáticamente doloroso por ir en contra de la naturaleza cambiante de la realidad. De ahí que una primera estrategia sea el evitar la confusión del aferramiento. Pero hasta la médula. O viéndolo de otro modo, ¿qué te podrías llevar en tu transición de muerte? ¿Y te lo vas a poder llevar?
Desgraciada y constantemente confundimos propiedades y cualiades que en los objetos percibimos y creemos que como aparecen a nuestros limitados sentidos, existen. Esto hace imaginarlos estables y definitivos, con propiedades inherentes y que transmiten cualidades definitivas a los poseedores de ellos.
De ahí brinca la segunda estrategia: busca la Mente no conceptual. Tremendo salto, el volverse un Nampa, alguien que ha dejado de verse distraído por la percepción sensorial externa.
Así sobrevendría la aceptación experimental de la naturaleza impermanente de la realidad, tanto fenoménica, como del mismo percepctor. Se acepta y se vive el cambio.
Al morir, se desorganiza el cuerpo. Con ello la autoimagen. Pregunta: ¿Cuánta energía y tiempo dedicamos diariamente al cultivo de estas materias? ¿A qué es conducente?
Si bien estamos repletos de desequilibrios cognitivos, emocionales y de atención, tenemos la capacidad de cobrar conciencia de Justo-Este-Momento y evitar la suposición de que la existencia que tenemos es supremamente valiosa y al hacer eso, olvidamos su rareza y la impecable posibilidad de aprovechar el tiempo. ¿Te has puesto a pensar que es posible que tal vez no vayas a despertar o a regresar, o que las personas que te rodean y que quieres son igualmente frágiles?
La Kika me platicaba de una persona que por ingesta de mariscos en mal estado, le vino un paro cardiaco y está actualmente en coma.
La pregunta entonces que hacemos al Hades: ¿Cuándo sucederá?
Pronto.
¿Y qué es pronto?
De este instante al momento de tu muerte la vida pasará como un relámpago.
Y pensar que en ocasiones se escucha a personas balbucear: "Voy a matar tiempo..."
¡¡¡Con una fregada, es lo único que no tienes!!!
...
Si la muerte sorprende, bien vale el viaje aprovecharla y abrazarla con naturalidad. Se escribe sencillo por el mismo instinto de aferramiento que tenemos a la vida misma, pero si lo ves incluso en términos prácticos, es ser sensible a la ocasión y actuar en consecuencia.
La muerte, entonces, es una gran oportunidad, genera una mecánica intuición con la conciencia.
Puedes ahí reconocer la naturaleza ilusoria de la realidad con la que conviviste durante una vida. Justo como la de un sueño. ¿Cómo se ve el sueño? Al principio es ténue y sabes que es un sueñoo. En medio del mismo es completamente real y mientras te persigue el perro azul con tres cabezas, no reparas a recordar si es un sueño o no y... ¡corres!
Entonces, queda fundamentado que somos obsesivos en lo que tenemos fuera, cuando debemos aprender a estar, y solos. No hay por qué sentirse desamparado. Hoy usualmente se interpreta esto como una pena, más allá de una virtud. Me gusta estar solo, porue lo disfruto, porque estoy reconciliado conmigo mismo, porque hay una proporción significativa de mí que me gusta, que respeto, de la cual aprendo y con la cual convivo.
La muerte nos enfrenta a esta realidad contundente de la soledad: te vas a morir solo. Ni hablar.
Hemos muerto ya muchísimas veces y al parecer no hemos aprendido nada. Cada vez con igual apego o en piloto automático. Mueres y naces en blanco. Habrá que aplaudirle a la memoria de corto plazo y al discursivo acondicionamiento cotidiano que nos entrena a vivir y a morir de ese modo. Familiarizarnos con la muerte ayuda a evitar esta continuidad y valorar por ende la vida.
Ojalá diario fuera la primera vez.
De eso depende la educación de la conciencia.
Pero si quieres haz de cuenta que no leíste esto, que leíste algo estúpido que tenía como tema la muerte y los perros amarillos de cinco cabezas, o que por primera vez tienes interés en vincularte con el hecho factual de que estar solo puede generar un vínculo para desarrollar la conciencia y con esto lograr la comprensión del proceso del vivir... y del morir.
viernes, 25 de mayo de 2007
martes, 15 de mayo de 2007
De los poros profiero cuerdas
De los poros profiero cuerdas.
Hoy mi sudor no es líquido. Son agujetas consistentes que de algún predestinado modo salen a presión por todo el cuerpo y buscan cualquier objeto como excusa para amarrarse fuerte y hacerme quedar en medio de una especie de telaraña, misma que desde atrás, algún objeto que no busco comprender, me estira hacia su lado tan intensamente y a modo de catapulta, que cuando me suelta se rompen las agujetas-sudor y vuelo por el aire.
Diviso la torre de Pemex y respiro un aire no tan contaminado que el que está allá abajo. Encuentro al tránsito divertido y hasta ilógico. La ciudad se VE más graciosa dede arriba. Volteo a la izquierda y encuentro aviones en sentido contrario.
La izquierda: aves con ojos de humano que ven un pájaro trajeado y esperando el siga. Los cachetes se sienten cortados por el aire que deja como testigo la ruta de este vuelo providencial. Noto que desciendo y ninguna sobrecargo me ha pedido que enderece el sillón y que deje de estar baboseando.
Destapo la TAPO con la vista y de un tumbo estoy aquí contigo, para darte un beso.
Hoy mi sudor no es líquido. Son agujetas consistentes que de algún predestinado modo salen a presión por todo el cuerpo y buscan cualquier objeto como excusa para amarrarse fuerte y hacerme quedar en medio de una especie de telaraña, misma que desde atrás, algún objeto que no busco comprender, me estira hacia su lado tan intensamente y a modo de catapulta, que cuando me suelta se rompen las agujetas-sudor y vuelo por el aire.
Diviso la torre de Pemex y respiro un aire no tan contaminado que el que está allá abajo. Encuentro al tránsito divertido y hasta ilógico. La ciudad se VE más graciosa dede arriba. Volteo a la izquierda y encuentro aviones en sentido contrario.
La izquierda: aves con ojos de humano que ven un pájaro trajeado y esperando el siga. Los cachetes se sienten cortados por el aire que deja como testigo la ruta de este vuelo providencial. Noto que desciendo y ninguna sobrecargo me ha pedido que enderece el sillón y que deje de estar baboseando.
Destapo la TAPO con la vista y de un tumbo estoy aquí contigo, para darte un beso.
jueves, 10 de mayo de 2007
Just Jamming...
No hay evidencia empírica de la existencia de los fenomenos externos. Es una presuposición innecesaria.
Imagina ser alguien que ha dejado de verse distraído por la percepción sensorial externa... La aceptación tal cual (y no conceptual) de la naturaleza impermanente de la realidad, tanto en el mundo externo como dento de uno, debería ser la primera lección en Kinder Cómo (jijos) justificas tu existencia ante el mundo (y ante el poder manifiesto de tu conciencia)
¿Qué es lo más obscuro que guardas dentro de ti? ¿Es permanente o impermanente? ¿Es absoluto o está compuesto de partes? ¿Y el resto de la realidad no es precisamente así?
¿En qué has depositado tu energía los últimos meses? ¿Dónde es el último, pero más probable lugar al que vaya a parar? ¿Vale la pena tal inversión?
¿Te duele? Se trata de la tendencia a imputar permanencia en lo fugitivo y efímero.
(desgraciadamente) La vida es aquello que pasa mientras estás obsesionado u ocupado.
Busca la Mente no conceptual. Hazlo a diario.
Imagina ser alguien que ha dejado de verse distraído por la percepción sensorial externa... La aceptación tal cual (y no conceptual) de la naturaleza impermanente de la realidad, tanto en el mundo externo como dento de uno, debería ser la primera lección en Kinder Cómo (jijos) justificas tu existencia ante el mundo (y ante el poder manifiesto de tu conciencia)
¿Qué es lo más obscuro que guardas dentro de ti? ¿Es permanente o impermanente? ¿Es absoluto o está compuesto de partes? ¿Y el resto de la realidad no es precisamente así?
¿En qué has depositado tu energía los últimos meses? ¿Dónde es el último, pero más probable lugar al que vaya a parar? ¿Vale la pena tal inversión?
jueves, 3 de mayo de 2007
Instrucciones para sobrellevar los mocos
Para nadie es nuevo que el natural producto de liberar energía en un poblado como Las Vegas, deba (tenga que) desembocar en una feroz gripa.
Para aquellos que gustamos de fijarnos en detalles como la respiración, el milimetraje en el corte del cuerpo (imagino a la brusca señorita de Superama preguntando cómo desearemos el cuerpo cortado... bien finito o en gruesas rebanadas) pasa a segunda tarima. Ni hablar de la alquimia que uno recibe por todos los conocidos de conocidos: tres cucharas de miel, sal con vinagre, mucho limón, gárgaras de yerbabuena, ungüentos de raíces exóticas... más los de cajón, un antigripal y un antibacteriano.
En el arte de dejar hacer, dejar pasar, la rinorrea, conocida en el cuadrilátero como mocos, efectivamente muda tanto génerocomo número conforme avanza el cuadro. Las noches son el mejor albergue para que el tsunami de mocos atente contra las quietas e indefensas bahías de tus fosas nasales.
Evidentemente, no habría mejor instrucción que abrir el opérculo bucofaringeo y respirar por ahí. Sin embargo, esto no atiende a los amigos en cuestion, los ineludibles y escamosos mocos.
¿Por qué la gente le rehúye tanto a los mocos?
Mi novia y yo estamos pensando en levantar una corporación que dedique su esfuerzo fabril en reprocesar mocos y utilizarlos en algo. Aún no decidimos si puede ser en pegamento que de veras pegue de locura, en tintes para el cabello o papas de Mc Donald´s.
Los mocos finalmente son ingredientes reprocesados de insumos que alguna vez ingerimos por voluntad propia. Dicho de otro modo, a lo que tememos y de lo que nos asqueamos es de nosotros mismos, y de lo que producimos. (Como es el caso de los cabellos. Uno acaricia y hasta besa el cabello siempre y cuando esté firmemente adherido al respectivo folículo piloso. Si por casualidad, éste mismo se ve retirado de su lugar de origen y cae en un plato, el rifirafe se arma con sonoridad que recuerda alguien que se suena los mocos)
Para sobrellevar una buena nariz tapada, independiente de los artilugios vistos o no en la tv, no hay como detenerse a contemplar los mocos como un proceso propio, natural, merecido y además, disfrutable. Como uno es resultado de causas, los mocos mismso son resultados de verdes causas. Por eso cuando uno maldice todo gangoso aquello que cercenó su fosita nasal, maldice también, una parte de sí.
No hay como la paciencia. Imagina que nadas o navegas por ese pantano de mocos. Por un lado le pierdes el miedo y los abrazas como tuyos. La palabra "moco" dejará de incomodarte al grado de querer nombrar así a tu primogénito (y no tan sólo gritarle "mocoso").
Además encontrarás que si le pierdes el miedo a tus mocos, te estarás perdiendo miedo a ti.
Suena buen negocio, ¿no?
Benditos mocos.
Para aquellos que gustamos de fijarnos en detalles como la respiración, el milimetraje en el corte del cuerpo (imagino a la brusca señorita de Superama preguntando cómo desearemos el cuerpo cortado... bien finito o en gruesas rebanadas) pasa a segunda tarima. Ni hablar de la alquimia que uno recibe por todos los conocidos de conocidos: tres cucharas de miel, sal con vinagre, mucho limón, gárgaras de yerbabuena, ungüentos de raíces exóticas... más los de cajón, un antigripal y un antibacteriano.
En el arte de dejar hacer, dejar pasar, la rinorrea, conocida en el cuadrilátero como mocos, efectivamente muda tanto génerocomo número conforme avanza el cuadro. Las noches son el mejor albergue para que el tsunami de mocos atente contra las quietas e indefensas bahías de tus fosas nasales.
Evidentemente, no habría mejor instrucción que abrir el opérculo bucofaringeo y respirar por ahí. Sin embargo, esto no atiende a los amigos en cuestion, los ineludibles y escamosos mocos.
¿Por qué la gente le rehúye tanto a los mocos?
Mi novia y yo estamos pensando en levantar una corporación que dedique su esfuerzo fabril en reprocesar mocos y utilizarlos en algo. Aún no decidimos si puede ser en pegamento que de veras pegue de locura, en tintes para el cabello o papas de Mc Donald´s.
Los mocos finalmente son ingredientes reprocesados de insumos que alguna vez ingerimos por voluntad propia. Dicho de otro modo, a lo que tememos y de lo que nos asqueamos es de nosotros mismos, y de lo que producimos. (Como es el caso de los cabellos. Uno acaricia y hasta besa el cabello siempre y cuando esté firmemente adherido al respectivo folículo piloso. Si por casualidad, éste mismo se ve retirado de su lugar de origen y cae en un plato, el rifirafe se arma con sonoridad que recuerda alguien que se suena los mocos)
Para sobrellevar una buena nariz tapada, independiente de los artilugios vistos o no en la tv, no hay como detenerse a contemplar los mocos como un proceso propio, natural, merecido y además, disfrutable. Como uno es resultado de causas, los mocos mismso son resultados de verdes causas. Por eso cuando uno maldice todo gangoso aquello que cercenó su fosita nasal, maldice también, una parte de sí.
No hay como la paciencia. Imagina que nadas o navegas por ese pantano de mocos. Por un lado le pierdes el miedo y los abrazas como tuyos. La palabra "moco" dejará de incomodarte al grado de querer nombrar así a tu primogénito (y no tan sólo gritarle "mocoso").
Además encontrarás que si le pierdes el miedo a tus mocos, te estarás perdiendo miedo a ti.
Suena buen negocio, ¿no?
Benditos mocos.
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