jueves, 3 de mayo de 2007

Instrucciones para sobrellevar los mocos

Para nadie es nuevo que el natural producto de liberar energía en un poblado como Las Vegas, deba (tenga que) desembocar en una feroz gripa.

Para aquellos que gustamos de fijarnos en detalles como la respiración, el milimetraje en el corte del cuerpo (imagino a la brusca señorita de Superama preguntando cómo desearemos el cuerpo cortado... bien finito o en gruesas rebanadas) pasa a segunda tarima. Ni hablar de la alquimia que uno recibe por todos los conocidos de conocidos: tres cucharas de miel, sal con vinagre, mucho limón, gárgaras de yerbabuena, ungüentos de raíces exóticas... más los de cajón, un antigripal y un antibacteriano.

En el arte de dejar hacer, dejar pasar, la rinorrea, conocida en el cuadrilátero como mocos, efectivamente muda tanto génerocomo número conforme avanza el cuadro. Las noches son el mejor albergue para que el tsunami de mocos atente contra las quietas e indefensas bahías de tus fosas nasales.

Evidentemente, no habría mejor instrucción que abrir el opérculo bucofaringeo y respirar por ahí. Sin embargo, esto no atiende a los amigos en cuestion, los ineludibles y escamosos mocos.

¿Por qué la gente le rehúye tanto a los mocos?

Mi novia y yo estamos pensando en levantar una corporación que dedique su esfuerzo fabril en reprocesar mocos y utilizarlos en algo. Aún no decidimos si puede ser en pegamento que de veras pegue de locura, en tintes para el cabello o papas de Mc Donald´s.

Los mocos finalmente son ingredientes reprocesados de insumos que alguna vez ingerimos por voluntad propia. Dicho de otro modo, a lo que tememos y de lo que nos asqueamos es de nosotros mismos, y de lo que producimos. (Como es el caso de los cabellos. Uno acaricia y hasta besa el cabello siempre y cuando esté firmemente adherido al respectivo folículo piloso. Si por casualidad, éste mismo se ve retirado de su lugar de origen y cae en un plato, el rifirafe se arma con sonoridad que recuerda alguien que se suena los mocos)

Para sobrellevar una buena nariz tapada, independiente de los artilugios vistos o no en la tv, no hay como detenerse a contemplar los mocos como un proceso propio, natural, merecido y además, disfrutable. Como uno es resultado de causas, los mocos mismso son resultados de verdes causas. Por eso cuando uno maldice todo gangoso aquello que cercenó su fosita nasal, maldice también, una parte de sí.

No hay como la paciencia. Imagina que nadas o navegas por ese pantano de mocos. Por un lado le pierdes el miedo y los abrazas como tuyos. La palabra "moco" dejará de incomodarte al grado de querer nombrar así a tu primogénito (y no tan sólo gritarle "mocoso").

Además encontrarás que si le pierdes el miedo a tus mocos, te estarás perdiendo miedo a ti.

Suena buen negocio, ¿no?
Benditos mocos.

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