martes, 31 de julio de 2007

Instrucciones para brincar en una cuerda floja

La cuerda floa lo es, por evitar salir de su zona de confort.
Una cuerda floja evita levantarse junto su dueño (el mejor postor) y unirse al alarido que conviene al usufructo.
Una cuerda floja es floja por no ser causa cooperativa en el trànsito de su amable transeúnte en turno.

Cuando tensas la calma y la cuerda, pareces ver dos cuerdas uniéndose lentamente y dos calmas disuadiéndose rápidamente. Por eso el primer paso es saber que no hay cuerda. Si no hay cuerda, tampoco hay caída, mucho menos llegada (abajo o al otro lado del poste).

Ya que tomaste esa previsión, lo mejor es ver rápidamente hacia abajo (imposible no hacerlo): colores retumban y miriadas de albinos pumas convertidos en túneles benefactores de la histeria se manosean el rostro para ser el primero en invitarte a su espacio (myspace).

La condición de haber visto lo que hay abajo es no volver a verlo. Ya lo conoces, y no se desea lo que no se conoce. Con la instrucción de saberse apetitoso del momento, cada paso es un sahumerio y tú la esencia.

Con cítrico humor conserva el punto de unión con la cuerda comparsa y registra la mitad del terreno como un ecuador o un ombligo de la Luna. Ya ahí, es hora de voltear hacia arriba. Extiende las alas, brinca y pregona la no-cuerda. Siente cómo haces levantar temprano a la cuerda, como le das sus Corn Flakes y la despellejas empezando por el arquetipo que tiene de sí. Desaforadamente gritarlo todo. Empujar la inercia al lado contrario y desnudarse ahí, en esa no-cuerda. Seguir gritando si caes o si te elevas, pero hacerlo y saber que la otra mitad es cuestión sólo de tiempo.

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