viernes, 16 de abril de 2010

Instrucciones para saber que no es sábado



Life is a wretched gray Saturday, but it has to be lived through.

- Anthony Burgess

Los sábados solían ser mis amigos.

Nos reuníamos una vez a la semana, y lo que me gustaba era la inquebrantable puntualidad de nuestras citas. Por ocupados, ansiosos o flojos que pudiéramos estar, siempre, siempre acudíamos a nuestra reunión en donde, por cierto, bebíamos y fumábamos cobijados en nuestra charla hasta que la mañana y su cinismo lo arruinaban todo.

Los sábados eran buena onda, como el cuate relajado que parece no importarle el mundo o andar desnudo por el bosque. No como los pesados lunes que ni ellos se aguantan, y no se diga de los martes, esos inadaptados sin personalidad que ni miedo dan.

Pero con los sábados había cariño y había onda. Llegamos a conocernos tan bien que hubo días en los que confieso que no salíamos de la casa, y empijamados, veíamos el día pasar sin la nostalgia del domingo.

Pero hubo un día que todo lo cambió. Fue un jueves, y no por eso les guardo rencor o antipatía. Simplemente nos respetamos y ya. Un mal jueves fue el que en secreto me confió que los nombres, los días y cualquier elemento que pueda ser registrado por alguna ventana sensorial, representa sólo una designación conceptual.

El día empalideció. Como en el más grande y grave de los terremotos de moda, cualquier cosa que veía se caía a pedazos, en lajas verticales que se hacían polvo (precisamente).

Jueves lo había llevado a cabo. Puso la aguja en el globo y cachondeó con su fuerza e insistencia hasta que finalmente lo hizo. Dobló la aguja y con ella, mi percepción de lo que sea que haya allá afuera."¿O sigues pensando que lo que tus caducos cinco sentidos alcanzan a registrar, es todo cuanto hay?" remató jueves citando a su maestro miércoles.

Ahí quedaron los nombres y los divertidos adjetivos que imponía. Como designaciones conceptuales proyectadas por nosotros y nuestros condicionamientos.

Por eso un domingo puede verse como lunes.

Porque será cualquier cosa que decidas proyectarle.

Y aún así seguirá carente de aquello que le imputes. Eso fue lo que le aprendí a un jueves en un sábado, de un miércoles.

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