jueves, 16 de octubre de 2008

Instrucciones para leer un periódico




Un diario es receptáculo de escalofríos, calenturas, aventuras y trapos exprimidos. No es ocioso pensar, pues, que la valiente disposición a mancharse los dedos (no así los ojos) conlleve una metodología para navegar por el océano conocido como la mancha tipográfica.
Primero habrá que conseguir el ejemplar. No es un proceso sencillo. Los artesanos de cada casa editorial tienen particular proeficiencia en decorar, limpiar y preparar la primera plana como una estancia antes de recibir a sus invitados.

Así, se revisan portadas con impacto visual que descansa en el impacto de contenido: una información de dominio público, o que simplemente todos los diarios consignan, es uniformar al periodismo de conformismo y desazón.

La fotografía principal exige ser dramáticamente buena: congelar lo que Henri Cartier-Bresson llamaba el "momento decisivo". Para esto, los teóricos visuales consignan que una buena imagen tiene que tener sustancia informativa en primer plano, intencionalidad semántica, marco de referencia, elemento humano (personajes, o actores de la noticia), emociones, referentes simbólicos y por supuesto, impecable técnica (esto es, que esté enfocada, bien encuadrada, balanceada...).

Las cabezas o titulares deben decir más con menos. Contener precisamente las palabras para informar el nódulo de la noticia sin exagerar ni omitir.

Vale la pena contar el número de notas que hay en la primera plana. En un pasado se pensaba que entre más información haya (a costa de las imágenes, claro), tanto mejor. La dinámica contemporánea del periodismo concibe poca información, con elementos de referencia como apoyo, enmarcados por impacto visual y fuerza en la presentación.

Lo mismo pasa cuando se empieza a hojear el diario. Navegar por un ejemplar que parezca Libro Porrúa es un error, dado que al diario se le puede considerar como ventana de experiencias que impregnen la experiencia próxima con los valores de la veracidad, la brevedad, la utilidad, la claridad y el interés en cada información, sea textual o gráfica.

Es útil valorar si la información que se lee es seria y no se confunden anuncios pagados como notas periodísticas, ya que esto constituye la más fuerte falta de respeto a un lector.

Para valorar el balance editorial en el diario, basta hacer una valoración del número de notas con un peso ideológico, y contabilizar las de otro frente. Ahí se manifiesta un simple ejercicio de pluralidad.

Sin embargo, es más importante localizar cuántas "fuentes" o dadores de información tiene cada una de las notas de la edición. Naturalmente, entre más fuentes haya, y éstas representen una diversidad de opinión, el ejercicio periodístico cobra sentido.

La lectura entre los párrafos debe ser sumamente fluida y clara. Es imposible que se repitan ideas o que se den vueltas a los argumentos: el diario es fundamentalmente, un cuerpo informativo.

Cuenta también, estudiar la estrategia editorial en tres rubros: el número y variedad de secciones y subsecciones, la capacidad de generar información propia con la certidumbre de no dejar de lado un sólo tópico de relevancia para la comunidad, y la oferta de columnistas y editorialistas que abrigan la médula opinativa del periódico.

Eres lo que lees. Se trata de un consumo intelectual -que en un caso óptimo- tiene dosis diarias. Valora y estudia cada pedazo de información que ingresas y siéntete con el poder de proponer la más pequeña idea que tengas al consumir un producto que caduca cada 24 horas.

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