viernes, 24 de octubre de 2008

Instrucciones para observar una crisis




La mariposa revolotea
como si desesperara
en este mundo.
- Kabayashi Issa

Son días de agitación. Las bolsas caen. Se levantan un poquito, y la presidenta Argentina se rasca en donde nadie quería que se rascara, para que vuelvan a caer. Las empresas que uno no imaginaría, se declaran en bancarrota. Países en generalizada andanada se ven obligados a nacionalizar los bancos. Las noticias son feroces. El común de la población revisamos gráficas que sin necesidad de ser expertos, hacen abrir los ojos en franca alerta. Algo no estuvo bien. Algo falló. Tal vez el esquema de libre competencia era demasiado altruista para una sociedad autocentrada que al menor atisbo busca ganar más como cultura “entrepeneur”.


En las aulas universitarias donde doy clase comento que si la cátedra que imparto fuera de una carrera en finanzas, me vería obligado a suspender el curso de manera profesional y responsable, hasta nuevo aviso: una vez que el viejo esquema financiero diera de sí y se instaurara el “Nuevo Régimen”.

En los pasados días todo mundo tiembla cuando alguien habla de dinero, de empleo o del tipo de cambio. Un “hambreado” error en el crédito hipotecario de Estados Unidos hizo lo que un malcriado niño haría con una bomba fétida en un elevador. Nada más que en este elevador, curiosamente viajaba todo el planeta.

Imagínate como dueño o accionista de Comercial Mexicana: saber que debes cerca de dos mil millones de dólares, seguramente te quitaría algo más que el sueño.

El dólar,cerca de los 14 pesos, es la evidencia más palpable que los de a pie tenemos de esta orgía que no parece no tener final. Se ha hablado de especulaciones, de feroces empresarios que habrían querido beneficiarse con el tipo de cambio, se habló de un bizarro acuerdo para salvar a los estadunidenses con inversiones en México. Otros, más conservadores espetaron que la economía nacional va de la mano con la estadunidense, porque la gran mayoría de nuestras exportaciones (el petróleo) va directamente a nuestro vecino del norte.

Lo que sí, es que en tiempos álgidos se lee y se escucha de todo. Basta ver en Youtube el documental que hace referencia al plan que Herbert Grubel propuso al respecto de la unificación de la moneda en el bloque de América del Norte: el Amero (en contraparte del Euro). En la liga
http://www.youtube.com/watch?v=ge2J2lNusJs se puede ver al periodista Hal Turner incitando al pueblo estadunidense a cambiar sus ahorros en dólares, dado que la moneda está próxima a desaparecer, dando lugar a la emergencia del Amero, mismo que muestra en sus manos.

Si aparecerá una moneda que unificará a Canadá, México y Estados Unidos, es lo de menos. Habrá que imaginar tan sólo las monumentales implicaciones, que para la Unión Europea le tomaron años, bajo cuadros de diferencias que ni siquiera eran tan marcados como en Norteamérica.

El viernes de hace una semana fue el día apocalíptico para los mercados del mundo. Nunca en toda la historia de Wall Street se había vivido una semana de pérdidas como las de la anterior. Ni en 1929 ni en 1933.

En México, Calderón asegura que, aunque sea apretándonos el cinturón —como es ya una costumbre— podremos enfrentar estos tiempos de crisis.
Apretemos -pues-el cinturón, junto a la posibilidad de explorar con atención cada movimiento que hacen los gobernantes, los agentes de este revuelo, y –sin perder un ápice la capacidad de asombro-, comparemos el proceso de esta refundación financiera mundial, al del levantamiento de una colonia en un desierto.

Hay más de un paralelismo, y es en el detalle, donde cada minuto puede ser el más ilustrado maestro para los lustros venideros.

No hay más que entender que las crisis son resultado de causas específicas.

Estas causas difícilmente son generadas por motivaciones altruistas o con designación de beneficencia social.

De este modo, uno no tiene que ser Ari Sandy para leer que las crisis son resultado del neurótico afán de algunos que tienen algo, por amasar más y más… y más.

Como si de eso se tratara el Monopolio, entendiendo que tal vez gana el que más dinero tiene. Pero en un juego, el fin es divertirse.

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