viernes, 18 de junio de 2010

Instrucciones para hacerlo por primera vez.






Habilidad es aquello de lo que eres capaz. La motivación determina lo que haces. La actitud muestra la calidad con la que lo llevas a cabo.
-          Lou Holtz

Nervio carcomido. Adrenalina que vuelve torpeza cualquier acción desempeñada. Sudoración que ningún antitranspirante podría contener. Jadeo y dientes apretados. Temperatura corporal en ascenso. Globos oculares crispados. Rostro abstraído.

Seguramente Chicharito experimentó todo esto al abrir el marcador en una experiencia inédita. Así, por primera vez México le ganó a Francia. La sensación fue rara. Unos no sabían cómo reaccionar, y otros (los mismos que fueron a celebrar al Ángel con tarola y vuvuzelas mexicanas el empate con Sudáfrica) no esperaron provocación.

El súbito desenfreno llega en un momento en el que parece que por primera vez, después de muuuucho tiempo, hay algo que celebrar en este país. Varios nacimos con gobiernos corruptos. La palabra crisis es vieja loba de mar. La cleptocracia en todos niveles se ve en cada esquina y con impunidad digna de lienzo. Pero a este desmadre al que ya nos habíamos acostumbrado, se ha sumado una plaga que, dado que nadie supo cómo inició, aún no hay idea de cómo reaccionar, salvo comprando las rigurosas pantallas para el partido. 

Ejecuciones, sicarios, comandos armados, granadas de fragmentación y hasta bombazos, figuran ya como términos adheridos a la vida nacional, que con la fermentada lista de asuntos pendientes en la agenda, los golecitos contra Francia parecen más bien un par de aspirinas (para una lobotomía).

El efecto acumulado durante tanto tiempo con tantas razones para tirar todo tipo de toallas hermana y olvida por momentos lo olvidable: el gol lo platicamos todos. Y es que el futbol tiene una poderosa significación en un país donde el revanchismo, la competencia, el desazón en la hora precisa y la expectativa recalcitrante hacen un licuado de “yo soy el director técnico detrás de la pantalla”.

Me pregunto si lo que se desfoga en la celebración, el grito y el claxon no tendrá que ver con el anhelo transformador de toda una realidad a la que no le queda más aliento que un par de golecitos frente a una Francia, más que nada, sin F.

Si hay motivos de fiesta, lo mínimo es generar las condiciones para que estos duren y sean lo suficientemente importantes como para que en dos meses queden en el olvido colectivo, mientras se padecen las inverosímiles aventuras de cínicos políticos, las acusaciones entre dependencias, los días más sangrientos del sexenio repitiéndose en los noticiarios, pero la espera del arranque de la liga nacional por venir.

Pareciera que nunca vimos venir por primera vez una situación que no tendríamos por qué tolerar. La incertidumbre y el desánimo son conocidas hechiceras en la escuela, la casa y la oficina.

Si por primera vez se comprendiera que el foco de infección radica en la actitud de pensar exclusivamente en uno mismo y apañar lo apañable en aras de la acumulación personal, habría posibilidad de abrir ese comportamiento ignorante y caduco en una veta que pudiera generar interés en que el vecino se beneficie, y por ende, yo saldría beneficiado. Tan fácil y tan complejo de llevar a cabo. Ahí habría algo que podríamos hacer por primera vez para entender que el Chícharo y sus secuaces sólo persiguen un esférico en torno de otros once pelados del lado contrario. Tantas veces has estado en una situación semejante, que hasta perecieran 21 contra uno. Y en el fondo, no deja de ser un juego. Uno donde hay muchas cosas que suceden por primera vez, y muchas otras que pasan desapercibidas.

Por eso viene la pregunta: ¿cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?

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