Si algo hay que dar crédito a la Web 2.0, es que su espíritu voraz y ventajoso no tiene límite.
Piénsalo un momento: en la Web 1.0 el editor era el responsable de los contenidos de los sitios y el lector, de algún modo se quedaba inmóvil, al borde de la pantalla con toda la pasividad que puede generar una lectura.
Para la versión 2, esto cambió. Imagina la red (al más puro estilo Farmville) como una parcela de campo donde el dueño permite que entre quien quiera para que la siembre y la cultive. El morbo, la curiosidad y las ganas de compartir miradas a otras tierras será el punto de gravitación, pero al final del día, el dueño de las hectáreas será quien lucre con lo que otros producen. El público es el generador y consumidor del contenido y el dueño no mueve un dedo.
Era lo que le faltaba al absurdo para que esta época lo adoptara como badge recién adquirido en Foursquare. El ego y el ocio instan a que se ventile la comunicación del modo más volátil posible. 140 caracteres. Unos cuantos segundos. Salir del anonimato y volverte trend topic. Hacer grupos y regodearte como fabricante de algo que es intangible. Estar enredado. Literal.
La vida en la red es lo más parecido a verte como araña. Tejes varios filamentos que bien podrán operar como obstáculo, y requerirás múltiples brazos y ojos para poder revisar tus cuentas y cuentos.
¿Qué twiteas para ganar aprecio en la Red? Hay quienes deciden generar una bitácora de su día, en respuesta obvia de que no hay quien lo escuche. Hay otros que optan por revelar que está desayunando un kiwi como dato quintaescencial para el desarrollo de la civilización. Y en teoría la herramienta está ahí para que compartas al mundo la respuesta personal al “¿Qué está pasando?”
Naturalmente, en la medida en la que parezcas más inteligente, más irónico, más sabio y más oportuno, será el grado en el que consigas más followers en el holográfico mundo donde un follow es el nuevo abrazo.
Para que alguien te siga (a menos que hayas estrenado la loción que te regalaron en Navidad o seas Mubarak sin escoltas), requieres tener algo de valor. Y ese es precisamente el punto: en las redes sociales vales con una métrica más cool, lo que permite que nerds y geeks estén mucho más emocionados que el verdadero cool análogo.
Ahora tu reputación se mide en cuántos pelados siguen lo que sea que tengas que decir. Sea tuyo o pirateado. El chiste es que parezcas inteligente, cool, único o gracioso. De este modo quien te siga tendrá un texto que copiar o piratear para buscar que alguien más lo siga.
como siempre, eres un maestro navarrete
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