sábado, 15 de noviembre de 2008

Instrucciones para celebrar y lamentar




Obama
Hace 150 años, Barack Obama hubiera sido esclavo. Hace 50 años ni derecho a votar hubiera tenido. Hoy la nota son los nombres que baraja para su gabinete.

La relevancia del triunfo se basa en la incongruente política racial que distinguió deshonrosamente a la Unión Americana.
Pudiera parecer que el hecho de celebrar que un hombre de color es un dejo racista en sí. Pero esta historia es relevante por la perseverancia, por la simpleza y sentido común para hacer política, y por la relevancia simbólica en el cambio de régimen.
Vale la pena observar de cerca las políticas de ajuste que Obama pueda ir adelantando. Especialmente por la complejísima situación que demandará aumento de impuestos o recorte al gasto.
En cualquiera de los casos, Obama batallará, como lo hará para revertir un complejo crisol de vicisitudes que deja Bush como quien entrega dinamita en lugar de la estafeta.

Mouriño
Es de llamar la atención el hecho de que lo primero que hiciera el Presidente al bajar del avión, fuera exigir una investigación del avionazo, y recalcarlo incluso el día de la toma de protesta de Gómez Mont. Si a este hecho se suma el complejo clima en materia de seguridad y narcotráfico, y que nada más viajaban en la aeronave el segundo hombre de la administración pública y un experto cazador de narcotraficantes, la suspicacia brota con soltura.

Historias de conspiración comienzan a fluir con todo tipo de confección histriónica en Internet, en el taxi (recordemos que los taxistas son los informantes y carriers por naturaleza), en la reunión social y hasta en el momento de los comerciales durante el noticiario. Que un comando subió a una de las azoteas para lanzar una ofensiva antiaérea, que un dispositivo explosivo fue instalado en el jet, que fue una maniobra infiltrada...

Algo dentro de la evidencia empírica que llama la atención es que el avión se desplomó con algo que parece, obró como fuerza de fricción enorme con respecto a al vector que supone la trayectoria con la velocidad del vehículo aéreo.

En cualquiera de los casos, es un hecho que la delincuencia organizada (¡organizadísima!) está enquistada en el país, y es un hecho que la muerte -trágica como inesperada- del titular de SEGOB (justo quien dio el ultimátum de 100 días para recuperar la tranquilidad frente a la delincuencia) requiere un esclarecimiento a fondo y convincente.
Lo merecemos. Lo necesitamos.

La duda sin metodología ni propuesta es estéril. Y es precisamente la duda la que figura como edecán para estos dos pasajes de un mismo martes.

Duda que genera incertidumbre y que puede bien alimentar neurosis apocalípticas o el incentivo a encontrar consecuencias de estas causas.

René Descartes introdujo el esquema del pensamiento racionalista con la línea "Porque dudo, pienso, luego existo".

¿Por qué no empotrar en el esquema diario de cognición la posibilidad de observar cualquier fenómeno mental como uno que al no tener identidad autónoma, es sujeto a una interpretación, misma que es subjetiva, y por ende falible?

De hacerlo, podría verse que el brutal accidente (o no), como los cambios previstos en todo tipo de políticas en EU, son consecuencias de causas cooperativas donde el fenómeno de participación y cognición es nuestro. Individual. Inaudito. Para permanecer indómitos ante la delincuencia. Para pensar que EU no es el mundo y que el mundo somos nosotros. Para pensar que las fronteras las marcamos, con resultados previsibles.

Ahí está la verdadera política interior.

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