jueves, 29 de marzo de 2007

Instrucciones para observar una planta



Lo primero, por supuesto, es asumirse como paje en el reino vegetal y no claudicar ante la tentación de vegetar.

Apilar la vista sobre el follaje y hacer un violento zoo(m) para seguir nervaduras debe ser el paso subsecuente.

Es imprescindible por un momento observarlo todo en términos de colores. Esto es, olvidar cualquier referente y advertir un Nuevo Mundo hecho exclusivamente de colores. Descubrir el himno del Rojo y subir las montañas del verde. Admirar los fangos del Azul y regodearse con las falanges Amarillas.

En el caso de la planta observada, vale descubrir la genealogía paleontológica del verde y atinar al pantone anteriormente designado.

Luego viene el descubrimiento de la forma. Identificar la repetición de las formas y la coexistencia de patrones en un ente vivo puede ser tarea para supurar algún minuto desprovisto del víver de soliloquio.

Para concluir (es preciso recordar que este instructivo trata en exclusiva de observar plantas y el congénito arte de hablar con ellas es materia de otro instructivo) basta con imaginar (esto es ver fijamente con la mente) la raíz y no la maceta. Es importante no confundirla con la maceta y evidenciar el sustento de un ente vivo con esplendor y descaro.

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