miércoles, 31 de diciembre de 2008
jueves, 25 de diciembre de 2008
Instrucciones para dejarlo todo atrás
“Ni agua va” dijeron 366 días que envueltos en hoja de tamal bisiesto, agarraron por las canillas a diestros y zurdos en un año que para pocos pudo pasar inadvertido. “De lo robado, lo encontrado es ganancia”, reza para algunos. Y en pleno frenesí (¿para qué hacernos tontos?, esto es todos los años) de pláticas que se sorprenden por los aguinaldos autoasignados de diputados y funcionarios públicos (¿de verdad será que funcionan y que son públicos?), uno convive igual con el furor por la escenografía humana y del set de Madonna, con las versiones 6.0 de conspiración (en taxi ecológico) del Learjet 45, con la posibilidad de que seis de nosotros seamos elegidos para colonizar (invadir de nuevo) Marte, con el extraño número 2012 y su serie inagotable de prerrogativas y profecías…
Un año es una designación. A algún ocioso se le ocurrió clasificar tiempo y así como pudieron ser años de 365 (o 366) días, pudo haberse dado una métrica diferente. La que quieras. De hecho, cuando se da el poco, pero probable caso de ponerme un reloj, procuro ponerlo a las 00:00 horas en el instante que despierto. De ese modo contabilizo las horas que llevo lúcido (en el mejor de los casos) y lo que ha durado mi día. Swatch –por ejemplo- inventó su “Internet Time”, una métrica donde la hora es idéntica en todo el mundo, y que divide el día en 1000 unidades (beats), que equivalen a un minuto y 26 segundos, cada uno. Si quieres hablar por Messenger con alguien en Taipei, la hora será para ambos en un formato “@500” en lugar de “12:00 PM”.
Pero no tienes que inventar una nueva métrica para comprender que el tiempo es una designación conceptual. ¿Qué pasa con la misma distancia cuando vas en carretera rumbo a tus vacaciones. ¿Y cuando regresas?
Ocio visto como una cantidad de seres que arrojaron como se avientan los dados del cubilete sobre la faz de la Tierra, y éstos se las ingenian para entretenerse con todo tipo de aventuras y Realities.
viernes, 19 de diciembre de 2008
Instrucciones para manotear sin irle al Toluca
Si yo le fuera al Cruz Azul, en estos momentos tendría problemas.
Estaría sentado en la banqueta de la duda y de la frustración futbolística, después de una final como la que tuvo lugar el domingo pasado.
El futbol no necesariamente es tema de análisis vertebral, pero no es necesario ser científico social para ver que lo ocurrido en el estadio Nemesio Díez muestra que el futbol es tan injusto como la realidad social.
En nuestra justicia, el vivales, el violento que cierra carreteras, el que ignora las leyes, es tolerado y en ocasiones hasta premiado por una autoridad timorata e incongruente.
El futbol soccer no deja de ser un juego que tiene detrás una arquitectura de negocio. Pero ese juego tiene reglas, estatutos y hasta valores.
César Vllaluz, jugador que fue campeón mundial juvenil en 2005, salió decidido a revertir un marcador de 2-0 en contra con argumentos y habilidad. Traía francamente desquiciada a la defensa del Toluca.
Precisamente fue él quien originó la jugada que terminó en gol, acercando a 'La Máquina' a lo que pareciera una épica voltereta.
Los hinchas de Cruz Azul no me dejarán mentir: para este momento, la adrenalina y emoción era implacable con el segundero y cada acción del partido era tomada como una línea de electrocardiograma.
Sin embargo, la banca del Toluca generó un cambio, con un hombre (José Cruzalta) que en cuanto tuvo oportunidad, centró y literalmente 'noqueó' a Villaluz con inverosímil anuencia del árbitro, y enviando al jugador literalmente al hospital. En términos militares, se trató de una operación “seek and destroy”.
El espíritu de Villaluz (vaya apellido para la ocasión) impregnó al equipo, quien a pesar de quedarse con 10 elementos, anotó un segundo gol y llegaron a los penalties para dramática e inverosímilmente perder.
¿Cuántas veces la injusticia ha sido el nombre de la escena en tu pantalla?
¿Cuántas ocasiones te ha sucedido algo similar, en donde el palmo de narices es resultado glorioso de un esfuerzo conducido y enfocado?
Por lo menos, se entiende la lógica de comprender las causas, condiciones y circunstancias del evento, y la oportunidad de saber que en la victoria no hay oportunidad de conocer la dignidad que permite una derrota -especialmente así-.
¿Cómo lidias, soportas o resuelves las injustcias?
Si bien se trata de las situaciones más frustrantes por una naturaleza que detona impotencia, es posible dejar de experimentar animadversión.
Si -al contrario de como puede pensarse- ligas la experiencia al hilo conductor del sobresalto, es posible que puedas entender la naturaleza de dicha emoción y cesar los efectos de enojo que vienen subsidiarios.
Sin que esto suene a pasividad o desgano, la propuesta es abrigar el espíritu trascendente de la comprensión de una motivación perturbada -y perturbadora- y decidir no darle continuidad.
En el peor de los casos, dejarás de ser permisivo con tus propias deficiencias.
Instrucciones para valorar y ver volar tus zapatos
Un par de zapatos proyectados al aire cobran eco masivo más rápido de lo que crees.
Muntather Zaidi pasó a la fama mundial por llevar a cabo lo que una inmensa mayoría –deforma abierta o velada- ha deseado hacer desde hace mucho tiempo y con todo tipo de objetos, que van desde zapatos hasta refrigeradores.
Zaidi lanzó un zapato a Bush –quien cínicamente visitó Bagdad- mientras gritaba que era un “beso de despedida, perro”.
Posteriormente lanzó su segundo zapato con la consigna siguiente: “por las viudas, los huérfanos y asesinados en Irak”.
Dan ganas por un momento, de que en esa habitación, los guardias presidenciales bloquearan las puertas e impidieran la salida a Bush, y que junto a Zaidi, apareciera de pronto el stock de 1,060 zapatos que se contabilizaron a Imelda Marcos en Filipinas.
miércoles, 3 de diciembre de 2008
Instrucciones para tallarse un ojo al que se la ha metido una mosca
Nada es más molesto que una basura en el ojo.
Recuerdo cuando de chico, en un parque cercano a mi casa, en plena carrera hacia la resbaladilla que veía como monumento a la dicha infantil, se me incrustó un moscardón en un ojo con una de las molestias que generaron todo tipo de perturbaciones –que sospecho duran al día de hoy-.
Naturalmente nadie me cree que una mosca enorme se me metió al ojo, pero viéndolo fríamente ni siquiera supe en el momento que se trataba de una mosca, porque no la vi venir y tampoco podía observarla mientras agitaba los brazos como náufrago hiperventilado.
Después de todo tipo de esfuerzo mecánico para quitar lo que sentía como un aerolito en mi córnea, identifiqué los restos del insecto kamikaze y generé un extraño vínculo para con él. Por un lado pensé en la increíble coincidencia del choque de ese insecto precisamente con mi globo ocular, y la extraña sensación de que desde niño no creo en las coincidencias.
Si bien el acto más terrible y doloroso era el momento álgido de tallar el ojo como si quisiera sacarlo, enjuagarlo con bórax y regresarlo, cuando por fin me cansé de esa reiterada acción y dejé en paz al ojo y lo que seguramente en ese momento sería un triturado insecto, descansé y con la paz, lagrimeó el ojo, acción que hizo que los restos de la mosca fueran expulsados de los linderos geográficos de mi cavidad ocular.
Esta escena que ahora más bien me da risa (pero con el secreto deseo de que no vuelva a suceder), me dejó varias cosas que deberían ser procesadas.
Por un lado, si se entiende que los problemas o aflicciones mentales lo son porque así los designamos, éstos -entonces- son resultado de nuestra propia imputación y con justificación los merecemos.
Estar “bien” o “mal” no es más que la consecuencia de la designación mental, que opera bajo un marco de referencia donde todos los elementos que forman parte de él, operan como peones y alfiles inerciales que no hacen, sino reiterar la autoimagen y el concepto que tenemos del mundo, como de nuestro propio Yo.
Sin embargo, y como sucedió cuando dejé de tallar el ojo, en el instante que dejas la mente reposar en su estado natural –libre de cavilaciones y disrupciones, emerge un estado de lucidez que bien podríamos intentar sostenerlo y cultivarlo.
Esto es, lograr un refinamiento del proceso de atención que suponga el unipuntual enfoque, libre del juicio, etiquetas y diálogo interior.
Bajo el concepto de evitar lo que parece una solución e integrar una verdadera solución –aparentemente velada- se puede comprender que el bienestar depende de los procesos de imputación mental y los resultados que ésta arroje.
¿Qué le da significado a tu existencia? Por lo menos, en el momento que tenía una mosca en el ojo, me quedó claro que comprendí la totalidad de mi bienestar por medio de la aspiración de ausencia de moscas en mis ojos. Pero 20 minutos después de que salió el insecto, olvidé el suceso con la consecuente posibilidad de que regresara ahora un abejorro a la pupila sin comprender que el problema no era la mosca ni la técnica del tallado, sino la interpretación y codificación del hecho y la respuesta ante esa situación.
¿Qué pasaría si pudiéramos cambiar la forma de ver e interpretar la realidad? Finalmente, eres dueño de tus hábitos y por esa razón puedes hacer lo que te venga en gana con ellos.
Si partimos de la premisa de que la realidad en su totalidad no es otra cosa que la mente misma por el hecho de que la mente es quien decodifica la serie de estímulos psicosensoriales que operan como medios de representación con el mundo, al cambiar los procesos de la mente, el mundo cambia.
De ahí que las apariencias no están desvinculadas de la mente. Pero por el contrario, solemos ser expertos perfeccionistas de nuestros defectos y ni siquiera cometemos errores con ellos.
Si observamos la posibilidad de generar desapego para con la mosca en el ojo, y con esto logramos que fluya tanto el momento que codificamos como malestar (aunque inherentemente, desde su propiolado, no es “malestar”: sólo lo imputamos así), como la misma mosca, sobrevendrá la oportunidad de concebir que transformar el punto de vista puede hacer la diferencia.
De una realidad nacen dos perspectivas de realidad - bonito o feo-. Pero eso no es “realidad”, sino una interpretación de la misma, que es filtrada por tus canales de experiencia, que refinados o no, son sólo una cámara en la película. Cuando cambias la toma, es cuando tomas el cambio.
Mientras tengamos a la conciencia en un estado específico, de ese modo se presentará la realidad. De otro modo, el punto de vista propicia la realidad. Realidad que puede ser tremendamente disruptiva con un insecto en el ojo y tallárselo para generar aún más dolor y comezón, o realidad que puede ser transformadora comprendiendo que se trata de algo transitorio, dependiente de causas, condiciones y circunstancias, y que con total recolección del hecho y deteniendo la acción impulsiva (y compulsiva), la solución sobrevendrá.
Bajo esta tesitura, bien se podría hacer del mundo entero un campo de práctica para perfeccionarse como persona. O como mosca en un ojo.
viernes, 28 de noviembre de 2008
Instrucciones para darse la espalda
Sin que lo vayas a tomar literal, puede ser visto así. La realidad exige tal pulcritud en su azoro y consecuente autodisciplina ética, que sobrarán eventos -mentales y físicos- para suponer una fragmentación.
Desde la (aparente) pérdida de un celular hasta la de una pareja, el suceso puede generar todo tipo de reacciones, pero si algo es seguro, es que habrá impresiones mentales. Que motivarán tendencias, mismas que se convertirán en hábitos.
Por ello, lo primero tendrá que ser la comprensión cabal de uno de los errores dramáticos en la civilización, intervenir en la distorsión de la cognición que propele múltiples reacciones -igualmente distorsionantes-.
Este error de apreciación se da cuando por ignorancia generacional se atribuye identidad metafísicamente sustancial a objetos, personas y situaciones, cuando en realidad, somos nosotros quienes las proyectamos, estando éstas vacías de estas designaciones.
El siguiente paso sería aceptar el hecho de que derivado del hecho de imputar identidad sustancial en objetos, gente y situaciones, sobreviene la incorrecta percepción del yo con el mismo aderezo.
El problema se da cuando, derivado del apego enraizado en el aferramiento ignorante al Yo, se busca consciente o inconscientemente desear placer para el Yo, por ende experimentando aferramiento para todo aquello que da placer y aversión hacia aquello que da dolor.
Ni la persona ni cualquier otro fenómeno posee o ha poseído un Yo sustancial, inherente.
Así, se (mal)interpretará todo evento y se observará como uno cargado igualmente de propiedades sustanciales, situación que orillará a una percepción errónea de la realidad, o cuando menos completamente idealizada o fantástica.
Como podrás ir viendo, tu realidad no es precisamente libre. No necesitas estar en un Ministerio Público o separo para darte cuenta que tu aparente libertad se ve reducida a una serie de proyecciones entintadas de imprecisiones conceptuales ancestrales y con continuidad generacional.
Desde este punto de vista, darte la espalda puede ser una buena idea.
Esa medida consigna el trabajo diario de una de las raíces del problema, que es la búsqueda de la correcta percepción del Yo para poder percibir la realidad libre de condicionamientos neuróticos.
Si de aquí se originan ejércitos de problemas derivados del ego, la herramienta para calibrar esta comprensión cabría en la fuente de esta percepción: la mente.
Darte la espalda, de otro modo, es extinguir la idea del Yo egóico, liberarlo de superimposiciones artificiales que nos convierten en héroes o villanos. Todo el tiempo.
Detener la descripción del mundo, hacerse responsable de todo lo que entra y sale del pensamiento, habla y acción, son premisas que se ven como lejanas o accesorias por estar acostumbrados a ellas como forma de vida.
Y ese es el problema.
Ni siquiera concebir la idea de poder despegar el Yo de nuestra persona. Desde la visión autocentrada, no habrá mejor remedio que darse la espalda, aunque en realidad es bienvenir el mundo como es.
sábado, 15 de noviembre de 2008
Instrucciones para celebrar y lamentar
Obama
Hace 150 años, Barack Obama hubiera sido esclavo. Hace 50 años ni derecho a votar hubiera tenido. Hoy la nota son los nombres que baraja para su gabinete.
La relevancia del triunfo se basa en la incongruente política racial que distinguió deshonrosamente a la Unión Americana.
Pudiera parecer que el hecho de celebrar que un hombre de color es un dejo racista en sí. Pero esta historia es relevante por la perseverancia, por la simpleza y sentido común para hacer política, y por la relevancia simbólica en el cambio de régimen.
Vale la pena observar de cerca las políticas de ajuste que Obama pueda ir adelantando. Especialmente por la complejísima situación que demandará aumento de impuestos o recorte al gasto.
En cualquiera de los casos, Obama batallará, como lo hará para revertir un complejo crisol de vicisitudes que deja Bush como quien entrega dinamita en lugar de la estafeta.
Mouriño
Es de llamar la atención el hecho de que lo primero que hiciera el Presidente al bajar del avión, fuera exigir una investigación del avionazo, y recalcarlo incluso el día de la toma de protesta de Gómez Mont. Si a este hecho se suma el complejo clima en materia de seguridad y narcotráfico, y que nada más viajaban en la aeronave el segundo hombre de la administración pública y un experto cazador de narcotraficantes, la suspicacia brota con soltura.
Historias de conspiración comienzan a fluir con todo tipo de confección histriónica en Internet, en el taxi (recordemos que los taxistas son los informantes y carriers por naturaleza), en la reunión social y hasta en el momento de los comerciales durante el noticiario. Que un comando subió a una de las azoteas para lanzar una ofensiva antiaérea, que un dispositivo explosivo fue instalado en el jet, que fue una maniobra infiltrada...
Algo dentro de la evidencia empírica que llama la atención es que el avión se desplomó con algo que parece, obró como fuerza de fricción enorme con respecto a al vector que supone la trayectoria con la velocidad del vehículo aéreo.
En cualquiera de los casos, es un hecho que la delincuencia organizada (¡organizadísima!) está enquistada en el país, y es un hecho que la muerte -trágica como inesperada- del titular de SEGOB (justo quien dio el ultimátum de 100 días para recuperar la tranquilidad frente a la delincuencia) requiere un esclarecimiento a fondo y convincente.
Lo merecemos. Lo necesitamos.
La duda sin metodología ni propuesta es estéril. Y es precisamente la duda la que figura como edecán para estos dos pasajes de un mismo martes.
Duda que genera incertidumbre y que puede bien alimentar neurosis apocalípticas o el incentivo a encontrar consecuencias de estas causas.
René Descartes introdujo el esquema del pensamiento racionalista con la línea "Porque dudo, pienso, luego existo".
¿Por qué no empotrar en el esquema diario de cognición la posibilidad de observar cualquier fenómeno mental como uno que al no tener identidad autónoma, es sujeto a una interpretación, misma que es subjetiva, y por ende falible?
De hacerlo, podría verse que el brutal accidente (o no), como los cambios previstos en todo tipo de políticas en EU, son consecuencias de causas cooperativas donde el fenómeno de participación y cognición es nuestro. Individual. Inaudito. Para permanecer indómitos ante la delincuencia. Para pensar que EU no es el mundo y que el mundo somos nosotros. Para pensar que las fronteras las marcamos, con resultados previsibles.
Ahí está la verdadera política interior.
martes, 11 de noviembre de 2008
domingo, 9 de noviembre de 2008
martes, 4 de noviembre de 2008
Instrucciones para ver a la Face al Facebook
¿Qué encanto puede tener presumirle al mundo los últimos y raros grupos musicales que descubriste, los comentarios que espetas y te espetan amistades, conocidos y otros no tanto, o el simple hecho de sacar tus trapos digitales al sol?
Al parecer, mucho.
La salud psicosocial depende de numerosos factores, pero el principal tiene que ver con una estabilidad y claridad para poder distinguir una amenaza de un espejismo. No estoy seguro en cual de estas dos categorías descansa en sí mismo Internet.
El nombre “Facebook” hace una alegoría a los boletines que se entregan en algunas escuelas de Estados Unidos, para que los alumnos de nuevo ingreso se familiaricen con la gente, el campus y la institución.
Los negocios de este talante en internet siguen un patrón exponencial en sus comportamientos. Tal vez también sea un reflejo del clima cultural de la sociedad, mismo que arroja perlas como la nota del Daily Mirror, o numerosas respuesta frente a lo atractivo que pueda sonar un sitio como Facebook en la red.
sábado, 1 de noviembre de 2008
Instrucciones para esperar en un consultorio
La experiencia histérica dicta que son dos situaciones plenamente diferentes. Esa, de angustiosamente estar descubriendo lo que es la recolección del cuerpo en mal estado (irónicamente le llamamos “paciente”), y por otro lado, la de volver la onicofagia como la mejor compañera, cuando se está en el papel de acompañante.
En cualquiera de los casos, el cronógrafo indicará que la espera será un balde tremendo. La verdad es una muy diferente, y depende precisamente qué tan pacientes son los impaciantes, y cómo se trascienden la relatividad de los minutos (no es lo mismo una hora para una víctima de un ataque al corazón, que para su familia en la sala de espera, que para el cirujano, que para el visitador de laboratorios con muestras en su portafolios).
La verdad es que eso de la espera, difícilmente se nos da. ¿A quién le gusta esperar… lo que sea? ¿Para lo que sea? La impaciencia puede ser vista como una característica de la reiteración de hábitos compulsivos tendientes a generar tensión, expectativa y sobre todo, poco recato.
Cuando haces fila en el centro comercial (naturalmente en domingo al mediodía) o te quedas repentinamente con la sensación de ser abandonado por la obligación de estar ahí sin hacer algo, la mente se encarga de convertir el momento tantas veces más llevadero o desastroso, según lo aguante tu sistema nervioso.
¿Para qué nos hacemos? Un consultorio médico difícilmente va a tener buena vibra. El ir y venir de personas con emociones aflictivas deja una estela que se apetece pesada y de anquilosada confección.
Las salas de espera, por lo mismo, usualmente tienen dejos de nerviosismo y decepción, tanto por enfermos, como por acompañantes e incluso hasta por médicos: es la expo angustia del año en curso.
Lo ideal entonces, puede ser notar el tono muscular y advertir si hay jugueteo o brincoteo de alguna de las extremidades. De ser así, es claro que la tensión se hace presente y podría ser canalizada –al menos comprendida-..
Aquí aprovechas el hecho de hacerte presente (conciencia, dicho de otro modo) y no se rendirá culto al simple consentimiento de experimentar tensión. El ejercicio de hacer que la mente se voltee a ver a sí misma para calibrar su tono y descubrir con ello todo tipo de juguetes en esa caja de Pandora, puede hacer de una espera una genuina experiencia de visualización interna.
Partirías, pues de hacer del objeto de atención tu respiración y viajar con ésta a las diferentes latitudes donde la alarma de la tensión esté activada. Entonces, opuedes observar cómo la respiración será el mejor transbordador para llevar del cuerpo al exterior dicha tensión –aparentemente inexistente-.
La voluntad de observar con absoluta presencia mental los eventos físicos, generarán -no sólo que circulen las manecillas- , sino que cultives el hábito de vivir en tiempo presente, algo que si te detienes a considerar, pocas veces sucede.
La generación de la paciencia debe partir de la invocación de la conciencia, uno de los valores más preciados y determinantes para el ser. Después de todo, basta ver una sola acción que se haya hecho de modo inconsciente, los resultados obtenidos… y el profundo arrepentimiento o sensación animadversa que puede acarrear con ella.
viernes, 24 de octubre de 2008
Instrucciones para observar una crisis
como si desesperara
en este mundo.
- Kabayashi Issa
Son días de agitación. Las bolsas caen. Se levantan un poquito, y la presidenta Argentina se rasca en donde nadie quería que se rascara, para que vuelvan a caer. Las empresas que uno no imaginaría, se declaran en bancarrota. Países en generalizada andanada se ven obligados a nacionalizar los bancos. Las noticias son feroces. El común de la población revisamos gráficas que sin necesidad de ser expertos, hacen abrir los ojos en franca alerta. Algo no estuvo bien. Algo falló. Tal vez el esquema de libre competencia era demasiado altruista para una sociedad autocentrada que al menor atisbo busca ganar más como cultura “entrepeneur”.
En las aulas universitarias donde doy clase comento que si la cátedra que imparto fuera de una carrera en finanzas, me vería obligado a suspender el curso de manera profesional y responsable, hasta nuevo aviso: una vez que el viejo esquema financiero diera de sí y se instaurara el “Nuevo Régimen”.
Apretemos -pues-el cinturón, junto a la posibilidad de explorar con atención cada movimiento que hacen los gobernantes, los agentes de este revuelo, y –sin perder un ápice la capacidad de asombro-, comparemos el proceso de esta refundación financiera mundial, al del levantamiento de una colonia en un desierto.
jueves, 16 de octubre de 2008
Instrucciones para leer un periódico
Un diario es receptáculo de escalofríos, calenturas, aventuras y trapos exprimidos. No es ocioso pensar, pues, que la valiente disposición a mancharse los dedos (no así los ojos) conlleve una metodología para navegar por el océano conocido como la mancha tipográfica.
Primero habrá que conseguir el ejemplar. No es un proceso sencillo. Los artesanos de cada casa editorial tienen particular proeficiencia en decorar, limpiar y preparar la primera plana como una estancia antes de recibir a sus invitados.
Así, se revisan portadas con impacto visual que descansa en el impacto de contenido: una información de dominio público, o que simplemente todos los diarios consignan, es uniformar al periodismo de conformismo y desazón.
La fotografía principal exige ser dramáticamente buena: congelar lo que Henri Cartier-Bresson llamaba el "momento decisivo". Para esto, los teóricos visuales consignan que una buena imagen tiene que tener sustancia informativa en primer plano, intencionalidad semántica, marco de referencia, elemento humano (personajes, o actores de la noticia), emociones, referentes simbólicos y por supuesto, impecable técnica (esto es, que esté enfocada, bien encuadrada, balanceada...).
Las cabezas o titulares deben decir más con menos. Contener precisamente las palabras para informar el nódulo de la noticia sin exagerar ni omitir.
Vale la pena contar el número de notas que hay en la primera plana. En un pasado se pensaba que entre más información haya (a costa de las imágenes, claro), tanto mejor. La dinámica contemporánea del periodismo concibe poca información, con elementos de referencia como apoyo, enmarcados por impacto visual y fuerza en la presentación.
Lo mismo pasa cuando se empieza a hojear el diario. Navegar por un ejemplar que parezca Libro Porrúa es un error, dado que al diario se le puede considerar como ventana de experiencias que impregnen la experiencia próxima con los valores de la veracidad, la brevedad, la utilidad, la claridad y el interés en cada información, sea textual o gráfica.
Es útil valorar si la información que se lee es seria y no se confunden anuncios pagados como notas periodísticas, ya que esto constituye la más fuerte falta de respeto a un lector.
Para valorar el balance editorial en el diario, basta hacer una valoración del número de notas con un peso ideológico, y contabilizar las de otro frente. Ahí se manifiesta un simple ejercicio de pluralidad.
Sin embargo, es más importante localizar cuántas "fuentes" o dadores de información tiene cada una de las notas de la edición. Naturalmente, entre más fuentes haya, y éstas representen una diversidad de opinión, el ejercicio periodístico cobra sentido.
La lectura entre los párrafos debe ser sumamente fluida y clara. Es imposible que se repitan ideas o que se den vueltas a los argumentos: el diario es fundamentalmente, un cuerpo informativo.
Cuenta también, estudiar la estrategia editorial en tres rubros: el número y variedad de secciones y subsecciones, la capacidad de generar información propia con la certidumbre de no dejar de lado un sólo tópico de relevancia para la comunidad, y la oferta de columnistas y editorialistas que abrigan la médula opinativa del periódico.
Eres lo que lees. Se trata de un consumo intelectual -que en un caso óptimo- tiene dosis diarias. Valora y estudia cada pedazo de información que ingresas y siéntete con el poder de proponer la más pequeña idea que tengas al consumir un producto que caduca cada 24 horas.
jueves, 9 de octubre de 2008
Crisis de las crisis
Recuerdo incluso la influencia del término hasta el grado de ver grupos musicales como "Chico Che y la Crisis" (quien paradójicamente entonaba "Quién Pompó").
La palabra clave en los últimos lustros es crisis. De todo tipo y sabor. Igual se habla de la crisis en los Balcanes, que de la crisis de valores, hasta -por supuesto- la temida, aceptada y restregada crisis de identidad.
¿Qué es crisis?
Lo que usualmente entendemos como período problemático que requiere ardua concentración en realidad tiene connotaciones diferentes. Crisis tiene que ver más con una idea de crecimiento o etapa de aprendizaje.
Sea por los golpes en múltiples bandas que el problema hipotecario en Estados Unidos generó, o por el pánico exacerbado derivado de esto, lo cierto es que el mundo se sabe en crisis.
Incluso hay comunicadores que señalan que se trata de la más grave de la historia. Basta ver que una forma de hacer finanzas simplemente no pudo más y reventó con efectos en cada esquina del orbe.
¿Y como qué dardos aviento yo en este juego?, te preguntarás. Que se ocupen Bush, Carstens o los que responden por ese problema...
El problema en realidad es que en una realidad tramada como telaraña bajo el concepto de globalización, es no permisible aislarse, retraerse o ignorar que un problema ya no es sólo de un país.
La posibilidad de interpretar este momento, que seguramente será recordado, como una turbulencia o como un aprendizaje en la memoria humana, depende precisamente de las acciones que se leven a cabo.
No es ocioso advertir que tanto la inacción como una señal a destiempo bastan para que empresas duden, retiren activos del mercado, caigan las bolsas y con ello se generen múltiples movimientos -entre ellos los cambiarios-.
Decía un amigo "cada quien con su psicosis", y es eso lo que puede permitir que estos tiempos movidos den acceso a una verdadera lección y generen un hito, o sea una noticia más en la tele, misma que dudaré que me impacte. Y de ser así, me limitaré a subir de volumen las mentadas diarias contra el sucio gobierno.
Esa psicosis refiere a que hay trabajo que hacer en lo personal -en cada seno familiar- como en lo macroeconómico. Conducir finanzas responsables en cada uno de los círculos de la estructura, vuelven robusta a ésta.
La lección, una vez más, no es si John Locke o Milton Friedman se equivocaron. Se trata de cobrar conciencia de la impermanencia -incluso de sistemas económicos- y la posibilidad de reinventarnos como grupo y no como facciones. Como palabras dignas de ser arropadas por un mejor interlocutor.
martes, 22 de julio de 2008
La Pornografía Socializada
Así como es inevitable que en las más obscuras colonias, como en el mismo Google destaquen las palabras “porno”, “zoofilia”, “Hentai”, “adolescentes en aceite hirviendo” y cadenas similares de identificadores, he decidido jalar la palanca a este espacio y permitir una transición en 3D para las letras que ahora lees, en lugar de una columna acerca de partidos políticos, conciencia o estructuras de la realidad.
Debo aceptar que la columna del 5º Chakra, que aparece en este mismo diario, fue la que motivó tocar el tema que hurga en el esternón que la cultura porno ha inyectado en la sociedad. Leer los consejos teledirigidos a las mujeres obcecadas por la cultura de masas que busca definición a partir de anuncios espectaculares, jingles o patrones de vida que nada tienen que ver con el mexicano, trae como consecuencia una barrera en la que irremediablemente se estrellará la entusiasta orgánica de este american dream.
No es extraño ver que los roles sociales se colapsan al punto de encontrar que las relaciones sexuales de los jóvenes empeoran desde un punto de vista estrictamente cualitativo. Las chavas de cualquier latitud y longitud se tienen que soplar el tiro de competir contra las portadas del Cosmo del mes (ya no digas naufragar en sus eternos consejos), y hacer frente a la cintura, el make up, el tono del tinte, y la parafernalia de las actrices de series de moda –naturalmente gringas-.
Cuando el punto llega al consumo de filmes porno, las muchachas se ven en franca desventaja: o imitan (y de ser posible para ellas, perfeccionan) lo que ven, o quedan fuera de la oferta franca para estar presentes en la mente (billboard) de sus novios potenciales.
Para la autora Naomi Wolf, los chavos no consiguen excitarse con la facilidad con la que lo hacían los de hace treinta años, para los cuales el simple hecho de ver a una mujer desnuda ya les provocaba un ejército de reacciones, incluyendo la más obvia, y por un prolongado tiempo. Dice Wolf, que ahora ven el acto sexual más como un ejercicio gimnástico que como un vehículo para intercambiar placer con un sello personal.
Al haberlo despojado de toda mística y parafernalia, están sumamente familiarizados con el sexo y parece cosa simple: diaria, ufana, dietética y baja en calorías. Así es como se da la generación del casual sex y los encuentros en la primera cita, como para quitarse un peso de encima o mostrar que no hay panty que dure cien días.
No pude dejar de pensar en la serie Sex and the City, donde los episodios guardan una extraña estructura narrativa (el clímax –paradójicamente- está más camuflado que las arrugas de cualquiera de las protagonistas) y los roles interpretativos designan arquetipos a cumplir en esta sociedad de consumo. Uno de ellos, el de la mujer de moral distraída –la zorra que cree que todo es sexo sucio, pues- es distintivo de este grupo del que hablo.
Una instantánea breve: cuanto más anhelas algo, más susceptible es –con el tiempo- de volverse un Frankenstein experiencial: algunos cambian reiteradamente de pareja para reencender la ilusión. (Y después de todo, ¿qué significa la palabra ilusión?)
El placer instantáneo, que en un momento dado se ve sustituido por una incomodidad o un evento cotidiano se tornará (desde el punto de vista del casual sex) como un clandestino y mórbido flujo de fluidos (a la más termodinámica de las usanzas cientificistas) que derivará en las ya consabidas ansias (posiblemente) reprimidas de querer saltar a la siguiente flor.
El sexo como este intercambio de fluidos: no hay amor, no hay entrega, no hay confianza mutua. En muy poco tiempo se pierde incluso la atracción.
Tal vez si el adicto al sexo (perneado por esta ráfaga porno en diferentes intensidades) reconociera su condición y se limitara a considerar el punto como una simple transacción sin la menor intención de hacer daño o entorpecer la vida de alguien que traiga la misma motivación, entonces el efecto no tendría la consideración que hoy afecta la dermis social.
La culpa (o responsabilidad) de una visión hecha lugar común del sexo, e impuesta por la industria pornográfica, nos escatima cualquier placer sensorial asociado a los sentimientos. Sé que esto tiene el riesgo de parecer el sexto chakra. Pero observa tu vida y tus prácticas. ¿Cuánto porno y de qué tipo lo has consumido? ¿Sabes con precisión de qué modo te ha impactado? ¿Te excita lo que te excitaba a los 17? ¿Has llegado al grado de estar con otra persona y tener esa extraña sensación de solamente compartir soledades?
Por supuesto que creo que el sexo está sobrevalorado. Desde antes de Freud, se hizo de un reflejo de la capacidad humana, una quimera que hasta la fecha, tiene vilo a los consumidores de primer orden. Una letra de Miguel Mateos se titulaba “Todo es Sexo por Dinero” y en un plano llano puede tener razón.
El papel del porno en el desempeño de las relaciones interpersonables puede ser discutible. No hay mojigatez. Simplemente las impresiones mentales y sus repercusiones, hacen que el mismo porno tenga que seguir sofitsticándose película a película, y con ello ejerciendo patrones y mensajes que serán consumidos… y por ello emulados. Saca conclusiones, pues.
Y cada quien con su psicosis.
viernes, 18 de julio de 2008
Blanco y negro de fondo
viernes, 18 de abril de 2008
El Arte de la Guerra
Uno se queda con la horrible sensación de que la guerra establece nada, de que ganar una guerra es tan desastroso como perderla.
Agatha Christie
Sun Tzu tituló su obra cúlmen con un apelativo por demás digno de estudiar.
Desde el inicio de lo que el hombre ha apodado como "civilización", la dinámica de convivencia (y que es extensiva a otras especies) suele tener como denominador, el establecimiento de posiciones basado en intereses y la ciega persecución de ellos.
Si bien la Prehistoria se caracterizó por una encarnizada lucha enfocada en el alimento y subsistencia de bienes para subsistir, el modelo puede ser transportado a nuestra cotidianía insertando elementos de sutil sofisticación en el terreno económico, social y hasta doméstico.
En un modelo de interpretación de la dinámica social se puede comprender que uno adquiere una mercancía inicial que puede vender con cierta plusvalía para adquirir dinero, y con éste adquirir una mejor mercancía que la inicial (M-D-M+).
Sin embargo, el ser humano ha sido lo suficientemente ingenioso para alterar este esquema y tener dinero, comprar con él una mercancía y venderla con la aspiración centrada exclusivamente en obtener más dinero (D-M-D+).
Este mecanismo conocido en la Economía Política como fetichismo del dinero tiene origen en la acumulación del capital por el simple hecho de acumularlo con un tinte fundamentalmente autocentrado.
Dicho comportamiento ha generado que esta "civilización" mida sus integrantes con diversas y dantescas métricas ("como te ven te tratan"). Ya la historia Precolombina entendía en su lógica diaria un acuerdo de castas que mitigaba el descontento con dogmas religiosos o imposición jerárquica mediante la cual se hacía cumplir el orden.
A su vez, el afán expansionista tanto en el terreno geográfico como el económico ha permeado cualquier dermis social y no suena extraño ni en un libro de texto, ni en un noticiario, el encono y el enfrentamiento que incluso te pido, hagas un breve recuento de tus tres días pasados para ser testigo presencial de este virus.
A menudo me he imaginado estar a punto de ser juzgado por Dios, Yahvé, Zoroastro, Avalokitesvara, Tetragramatón, Immanuel, Alá, o a quien corresponda esa burocrática función de decidir la latitud a la que te haces acreedor por todo lo que hiciste, dijiste y pensaste. Imagino la escena a la más coreana de las usanzas, (hasta dirigida por Park Chan-wook), e imagino un salón engreído de fotografías vivas en la pared con alegorías trascendentes de mi vida. El recinto –oval- cuenta con una escalera central que concluye con el estrado en donde el mismisísimo se apostará entre testigos (de Jehová), mirones (prensa celestial e infernal), fiscales de distrito, abonados al tema y uno que otro espontáneo que buscará aplaudir el resultado que sea. No hay puertas ni ventanas. El tapiz son las fotos hablantes y al centro de la nave de dos pisos se erige un candil con apetito insano por que inicie el show. Abajo y en el centro hay un recuadro rojo pintado malmodientamente a mano que envuelve el perímetro de un par de puertas a modo de piso, sobre las cuales escucharé lo que esa tremenda corte tenga que decir. Seguramente al menor aspaviento, las puertas se abrirán y caeré en el sótano más underground (en todos los sentidos) y abordaré un Marigalante para enfrentar serpientes emplumadas y quimeras previamente soñadas.
Sin embargo, no dejo de pensar en todo este Juicio Final, ¿cuál sería la pregunta más grave y rotunda que el mismisísimo pudiera espetar?
Sin duda: “Eduardo: ¿cómo justificas tu existencia ante el mundo?”.
(y no sería convertir el M-D-M en D-M-D)
¡Uy!
Zas
Ka-Blam (para hacerlo Batmanesco)
No imagino qué onomatopeya pudiera cubrir el requerimiento para expresar la fugacidad y al mismo tiempo solidez de dicho cuestionamiento. Secretamente creo que quien no sepa la respuesta a ello, debería estar muerto.
De aquí que ver la historia del enfrentamiento sea una paradoja frente al término “civilización”, y sobre todo una tarea diaria, dado que muy temprano en nuestra era ya teníamos el pie en el acelerador, sólo que en la dirección inversa.
La Antorcha y/en el espejo
¿Alguna vez te has quedado viendo fijamente al espejo -a las córneas más que a los ojos- en un cuarto con una luz de una vela?
De por sí olvidamos con frecuencia la humana capacidad de darnos cuenta (de que nos podemos dar cuenta; es decir, ser conscientes -¿después de todo qué otra cosa es un homo que sapiens que sapiens?-) e ignoramos aquellos pequeños detalles que nos recuerdan así (desde el arte de saber respirar, hasta el reconocer tus huellas dactilares).
No es extraño recapitular pasajes de la historia al azar y encontrar Cruzadas, Guerras Cristeras, bombardeos, Conquistas, Coches Bomba, Invasiones (que van de predios hasta de credo), Guerras Civiles (en sí, un atentado al sentido común lingüístico) y cualquier sinónimo que refiera el enfrentamiento dominado por pulsiones autocentradas (desde el terreno personal, como si estuvieras comprando un café en Japón -jugando Turista-, hasta el plano internacional).
No es novedad diagnosticar que esto que nombramos Civilización cuenta con padecimientos endémicos y crónicos aún difíciles de diagnosticar, ya no digamos de tratar.
En cualquier nivel -desde el doméstco, profesional y político- actuamos sin la consciencia platicada 312 letras atrás. Hacemos las cosas como si no supiéramos que va a haber consecuencias.
Esta conducta la ejercitamos y perfeccionamos -va desde fumar, insultar, robar y matar- sin reparar que uno puede precisamente aniquilar con una palabra, un pensamiento o una acción.
Pero la jornada diaria transcurre (como agua entre los dedos de las manos) entre ocupaciones y preocupaciones harto urgentes, como terminar el informe que era para antier, pulir el piso que mañana se volerá a manchar, angustiarte porque no te va a dar tiempo para rasurarte (y todo mundo te verá peludo/a), y cualquier pretexto peregrino, para evadir el hecho de que -como una cámara que hace zoom out hasta ver el planeta entero- diariamente tienes la oportunidad de hacer algo con tu día (y no viceversa).
Si tan sólo tuviéramos en cuenta que cada jornada es un nuevo examen (profesional, de oposicón, mid term, mental) para ver si hemos entendido que TODO lo que hacemos, TODO lo que decimos y TODO lo que pensamos genera consecuencias, ese día, ese instante, sentaría un precedente en tu historia por encima de cualquier Guerra de Reforma o de las Galaxias.
Partamos de la suposición que logramos ser conscientes y actualizar y mantener durante el día, la recolección mental de que todo lo que hacemos, decimos y pensamos tiene consecuencias (llamemos a esto autodsciplina ética).
Ahora démonos la trascendente tarea de saber para decidir y hojeemos este diario. Revisemos también noticiarios para encontrar patrones causa-efecto en las historias que ahí se presentan. Tratemos de dilucidar la motivación con la que el protagonista de la noticia hace noticia, y tratemos de observar con cabal neutralidad y desapego el conflicto y actitudes entintadas de ignorancia (de autodiscplina ética), encono, ego y amargura que ahí radica.
¡Elige la página del periódico al azar!
Por ejemplo, un tema donde se muestra la torpeza e imbecilidad (imbécil, de imbaculus, que significa sin bastón o ayuda para caminar) como especie humana, es la de la ocupación china al Tíbet.
Por más lejano (geográfica o mentalmente) que parezca el problema, la distancia ni lo resuelve ni lo supura.
¿Qué hubiera sucedido si en lugar de haber nacido en donde lo hiciste, lo hubieras hecho en Lhasa?
De haber sido así, en este momento estarías siendo pisoteado impúnemente por un un gobierno que desde 1962 inició una campaña incansable para acabar con tu cultura, volverte ciudadano de tercera (en tu propia provincia) y eventualmente acabar contigo.
Pero resulta que tu vida ha sido dedicada a la paz interna y a la vida contemplativa.
No obstante el arrebato de tierras, el insulso pisoteo de los derechos humanos de tus amigos y famliares (encarcelamentos en masa, saqueo de propiedades, secuestros y asesinatos a la luz del día) van en escalada.
Difícilmente puedes conciliar el sueño cuando sabes que tal vez pueda ser ésta, la últma resistencia de tu comunidad para defender la dignidad de una cultura milenaria y el derecho de poder vivir tranquilo.
Y pensar que lo único que quieres, junto con tu pueblo y tu líder espiritual (el XIV Dalai Lama) es convivir en armonía con China y firmar que el respeto entre provincias para la gestión de tradiciones y de culto es elemental para dicha convivencia.
Parece un principio elemental para tu pueblo, y para centenas de muestras de apoyo internacional, pero no así para China.
Ahora sigue siendo tú. Tibetano Mexicano Vallartense. Ser Humano. Consciente.
Sopla la vela que tienes junto a ti y que permite que veas tu mirada al espejo.
Ya no necesitas esa luz, porque seguramente la encuentras dentro.
El apego y el malecón
Para poder observar las aves es indispensable convertirte en parte del silencio.
Las fechas son registros que el hombre ha utilizado como boyas en un océano indomable y todavía incomprensible, apodado tiempo.
Cada mañana que exprimo la suspensión del auto sobre el jolgorio hecho empedrado del Pitillal, la llantera El Sapo y la promesa de evolución se tienden como gárgolas vigilantes de la calle 21 de Marzo.
Uno puede leer, a propósito de esta fecha, un día de asueto (después de todo, ¿alguien comprende cabalmente el significado de la palabra asueto?), un día que le significará doble paga o descanso, la razón más ligera para pretender ignorar que trabaja en donde otros vacacionan o simplemente ver cómo se atasca el malecón de turistas en busca de una foto con algún elemento que nos sabemos de memoria.
Ver bañistas embalsamados con cualquier cantidad de aderezos FPS del uno al 70 (porque aquí no encuentras arriba de ese, ni en su presentación de salsa Búfalo) en tu ruta laboral hace que con toda lógica (no así con el permiso municipal) aceleres de uno a 100 para llegar lo antes posible al escritorio -tabla de surf, crucero y brincolín- y desees que llegue una semana de reposo para no-meterte-al-mar y pensar cómo resolverás los pendientes de la semana que entra.
(Aquí detengo el carrete como parada oblgada para ver el helicóptero de Rambo)
La psicosis por descansar se torna tan insana como el origen del sufrimiento: el apego.
Cuando empiezas a medio disfrutar tu fin de semana, ya es domingo a las 8 pm (y para colmo empató el Santos Laguna), y en efecto, se convierte en el fin del fin de semana.
El apego al descanso se gesta con la incapacidad de aceptar la naturaleza de la realidad de que los días, como las personas y aquello que podemos apodar como "mundo" surge, mora y cesa. En el momento que el estímulo embeleza y demandas del mismo permanencia, puedes tomar tu gafete como miembro del Apego Inc.
En inglés, apego se entiende como "grasping", palabra que evoca un gancho que independiente a sus condiciones, se sujeta y abraza para exigir permanencia... ¡en un mundo impermanente!
Basta investigar (enfúndate en tu más solemne casimir) cómo existe todo aquello que te rodea y preguntarte de dónde surgen los problemas que experimentas, para empezar a detectar tu stock de apegos.
¿Crees que aquello que más cuidas (¿y de verdad es así?) durará ad absurdum?
¿Supones que la relación que has construído con situaciones y objetos materiales existe por un valor que otorga dicho objeto?
¿Y no te ha pasado que las vacaciones que has planificado todo el año se te pasan en un instante (añade vertiginosa velocidad al hecho, en la medida que le inverti$te)?
Peor aún, si la pretensión vacacional se hace en un destino turístico como el que pisas.
La llamada Semana Mayor (de místico conflicto vial; de pícaros grados Gay Lussac como himno de hermandad; de valientes bañistas en el río esperando ser absueltos -por esta acción- de todos sus pecados; de estóicas filas en el super; de interminables minutos de viacrucis en búsqueda de un lugar de estacionamiento; de oceanógrafos instantáneos en busca de ballenas; de anhelo y rezo al rayo de sol por un taxi libre -para lo cual habrá que tomar suficiente distancia de algún gringo visblemente gringo, es decir, con la sonrisa enfundada en un color verde propina-; de una fila retorcida hasta el intestino grueso del Carl's JR en la sala del aeropuerto; de los rondines paramilitares de trokas tuneadas hasta la punta de la antena evocando banda y decibeles como grito de guerra (ya sea Vicente Fernández, Paulina Rubio o El Buki, lo que importa es hacer notar al respetable de a pie, los tweeters que cimbran el tórax por los segundos que dura el show móvil); de escuchar el "Hai amigous" (con intercepciones diseñadas por todo tipo de coordinadores ofensivos en el emparrillado convertido en malecón, con tal de entrar a probar un shot gratuito de tequila, llenarte de camarones la tráquea o contratar tours para bailar la Macarena en un barco pirata); de espontánea esquizofrenia en cada precio (como te ven te ta$an); de alegres y festivos ofrecimientos de mercancía inservible pero felizmente comprable (que va desde la campanita para la tía, la playera para el ahijado o salir corriendo del bullicio para salvar tu paz interna); de expectativa para sacar dinero suficente para acceder honrosamente a la temporada baja; de estatuas de arena (indagando cómo le harán los humanos para salir de su aglomeración)... y todo tipo de escenas que visten y desvisten el sentido común, que si bien suponen un abrazo del caos local con el foráneo, bien pueden ser una perfecta catarsis para recordar que estar vivo y aquí, se trata precisamente de encontrar en cada esquina, lo fantástico al mismo tiempo que la realidad.
eduardo.navarrete@tribunadelabahia.com.mx